La calle estaba cubierta por una gruesa capa de nieve, donde no daba un paso sin que este le tragara hasta algo más arriba del tobillo. Tenía las manos heladas a pesar de llevar guantes. Por no olvidar su nariz que había alcanzado un tono rojizo por el frío y sus labios estaban empezando a romperse por el mismo.
El moreno bajito arrastraba sus pies por las calles, casi a punto de desfallecer del frío invierno que se le estaba viniendo encima en cuestión de minutos.
Hacía una hora que había salido del aeropuerto y, tras media hora en taxi empezó a nevar de forma catastrófica, así que el conductor no puedo llevarle más allá, así que allí se encontraba, en medio de alguna calle de China, buscando un apartamento en concreto.
No tenía buena memoria para algunas cosas, cómo los bailes o la fecha exacta de algo, pero la calle de esa persona se acordaba como si se la estuvieran diciendo en ese preciso momento.
Volar desde Japón a China sólo por estar con él era algo arriesgado, y más si se enteraban… Si se enteraba alguien más que no fuera su líder el cual sólo quería ver feliz al pequeño vocalista de ojos saltones y sonrisa acorazonada.
Miró el edificio desde abajo. Elegante, con hielo y nieve en los bordes de las ventanas y un portero dentro de una pequeña recepción, más que un edificio de apartamentos parecía un hotel. El moreno se adentró despacio, frotándose las manos lentamente e intentando mover sus dedos que estaban en camino de la hipotermia al igual que el resto de su cuerpo. Se acercó despacio hacia el hombre y habló en un tono bajito.
—Di-Disculpe…— El hombre alzó la cabeza de una pequeña revista que estaba leyendo y se subió las gafas que le resbalaban por el puente de su nariz. — ¿El apartamento de Wu Yi Fan…?
—La ultima planta, el ático.
—M-Muchas gracias…
El menor seguía congelado, sus dedos poco a poco se iban moviendo pero aun así dolían. Pero no más que su corazón. Subió al ascensor y pulsó la última planta, teniendo más de veinte pisos para pensar que le diría cuando estuviera delante de él.
En menos de lo que pensaba llegó al piso indicado, viendo como las puertas se abrían y a unos escasos pasos se encontraba una puerta de madera clara y alta. Suspiró con fuerza antes de morderse el labio inferior, notando como sus ojos picaban por las lágrimas que iban a salir de ellos. Tras unos segundos, llamó a la puerta y luego miró su reloj de pulsera, sin poder desviar la mirada al anillo de su dedo, mordiéndose el labio inferior.
El silencio invadió el pasillo, y el menudo pensó que el mayor podría estar durmiendo, pues era bastante tarde. Su móvil empezó a vibrar en su bolsillo, y este se asustó, abriendo los ojos y cogiéndolo sin mirar quien era.
—¿Sí…?
—¿Hyung? ¿Dónde estás? No te encuentro por el hotel y…
—JongIn-ah… Estoy en China…
—¿Qué haces en…?— JongIn suspiró al otro lado del teléfono, y el menudo pudo notar que estaba algo molesto. — ¿De verdad has ido a verle? ¿Después de todo lo que te ha…?
—No eres el más indicado para hablar, JongIn. — La voz del mayor sonó fría y JongIn suspiró al otro lado.
—Haz lo que quieras, mira. Sigue detrás de aquél que te abandonó tras prometerse contigo.
—JongIn.
—¿Qué?
—Vete a la mierda.
El vocalista cortó la llamada sin más, apagando el teléfono móvil antes de suspirar con suavidad y apoyar su frente en la pared, más arriba del timbre. Lo miró con los labios apretados antes de llevar su mirada al anillo de su dedo anular, rozándolo después con los labios antes de armarse de valor y llamar.