Sueño 1.

7 2 1
                                    

Estábamos juntos en un campo, realmente era bastante hermoso con sus flores y césped alto, pero no tanto. Disfrutabas tanto estar ahí.

Cuando te busque y no te encontré dentro de la casa, salí, y te ví debajo de un árbol leyendo un libro, me acerqué a tí, y al llegar me senté a tu lado.

V: ¿Qué estás leyendo, bebé?
–Te observaba con detalle, mientras te concentrabas en el libro, pero no tenía las intenciones de desconcentrarte.

A: Estaba leyendo un libro sobre cómo cuidar de un bebé durante el embarazo, no es que lo esté, pero algún día quisiera estarlo.
–Cerraste tu libro y me miraste sonriente.

Amaba demasiado esa bella sonrisa en tu rostro, sentía tu amor y cariño.

Nos levantamos dirigiendonos a la casa, al entrar te dirigiste a la cocina y quisiste preparar algo, supuse que querías algo, y sabía perfectamente que era, me acerqué a tí, y abrace tu cintura por detrás.

V: Prometo dártelo, quiero que estés listo, y lo intentaremos está noche, quiero tener una familia completa contigo.
–Bese tus hombros acariciando tus brazos y sonreí levemente para tí.

Nunca me gustaba decirte que no, o no darte lo que querías, pero había veces que el miedo de seguir así, y volverte mal, me comía.

Cada noche, preguntándome si me querías a mi o a mi dinero, o si te preguntabas si te amaba a ti o solo quería consentirte. Pero siempre me demostrabas cuanto me amas, no podía negarte ante esos ojitos que me hacías.

Cayó la noche y ambos fuimos a la cama, eras bastante tímido así que bese esos labios que tanto me encantan, acaricie tus piernas e iba subiendo mis manos.

Cada caricia que daba, un gemido soltabas. Estabas desesperado, me querías dentro de tí. Te subiste a mis piernas sentandote en ellas, y movías tus caderas levemente en mi regazo, dabas pequeños saltos.

Te separaste de mí y ambos comenzamos a desvestirnos, al estar sin nada comenzamos todo con más intensidad y al llegar a aquella parte, gemías de dolor, te estremecias y suplicabas para que no fuera gentil, te acostumbraste y comencé a hacerlo, estabas tan desesperado...

[…]

Al terminar caímos rendidos y me abrazaste aferrandote a mi, quedaste dormido en cuestión de segundos y te tapé, miraba tu rostro durmiente y no podía creer que te tenía como pareja, pero me sentía feliz de serlo.

Los Sueños De Un Chico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora