CAPÍTULO III: ESPEJOS

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Tristán se quedó observando a la mujer que ayudó a salir del agua. Tenía una apariencia joven, aunque su mirada contenía muchas vidas. Ella parecía haber perdido el habla, o tal vez ¿nunca pronunció una palabra?, el caso es que Tristán no sabía nada de la desconocida, excepto que parecía caída del cielo. Tampoco podía dedicarle mucho tiempo al dilema de la mujer, ahora mismo dos problemas requerían de su atención inmediata. Primero, ella no llevaba ropa y segundo Tristán no tenía dinero ni nada que sirviera para un trueque y el hambre apremiaba. Después de darle muchas vueltas a los problemas, resolvió inventarse una especie de vestido con su capa y así ganar algo de tiempo para encontrar una salida al problema mayor. Tristán estaba agotado, caminó por días, sin descanso, ahora podía disfrutar de ese aroma a mar y de un cielo extraordinario, tan azul e inmaculado.

Tristán suspiró al darse cuenta lo lejos que había llegado, ¿lo que creía sentir era felicidad? Esta era la primera vez que sentía algo así, pero como todo lo bueno, no iba a durar, ella se había acomodado a su lado, parecía decepcionada porque él no entendía lo que necesitaba decirle, ella también suspiró y empezó a trazar figuras con las manos en el cielo. Tristán se inclinó para observar las figuras que iban armando las blancas manos de la mujer, cada una parecía formar un símbolo, las formas fueron cobrando vida y movimiento, ella encontró una manera de contarle su historia aunque parecía que el humano no entendía por completo. Luna quiso explicar que no conocía su idioma, lo había escuchado por mucho tiempo pero no sabe cómo hablarlo, quiere mostrarle como había sido su vida, las noches que había pasado añorando compañía y aquella pesadilla de la que había despertado, en el agua y convertida en mujer. Era tanto que decir y tan poca fuerza mágica le quedaba que Luna se dió por vencida, se recostó al lado del humano esperando a que llegue el momento en que pueda agradecerle. Tristán parecía entender, le sonrió y le dió unas leves palmaditas en el hombro, en el fondo se conformó con saber que lo único que la mujer podía decir era "no" o tal vez eso también lo había soñado.

Cuando Tristán abrió los ojos descubrió que habían transcurrido varías horas, el cielo empezaba a oscurecer, la mujer desapareció y su debilidad iba en aumento. Tristán pensó que ella se había aventurado al pueblo del Oasis y no le pareció una mala idea seguirla y probar suerte. Mientras recorría el único camino que atraviesa las murallas sintió cómo el aire se enrarecía, un olor metálico y fétido se expandía por el lugar, al olor le seguían unos sonidos que Tristán había reconocido: gritos, choques de armas, sonidos de batalla. Era muy tarde para retroceder o buscar refugio, Tristán tomó entre sus manos la espada que tenía escondida y se preparó para lo peor; un grupo de forajidos que parecían huir de la batalla se acercaban peligrosamente a él, no había escapatoria. Tristán se preparó para lo peor, cerró los ojos cuando sintió la mano suave de Luna que era arrastrada por uno de los forajidos.

Tristán pensó que todo había terminado hasta que vió cómo Luna creaba una serie de espejos que funcionaron como escudos, proyectaron varias luces hasta convertirla en una sola esfera de luz que los envolvió por completo.

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⏰ Last updated: Jun 09, 2020 ⏰

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