Me había quedado hasta las diez de la mañana tocando, sin embargo cuando dejé el instrumento a un costado y me decidí por dormir, no pude pegar un ojo por media hora, por lo que tuve que robarle a mamá sus preciados somníferos otra vez. No se lo recomiendo a nadie, es peligrosísimo, pero lo hacía desde los quince años, así que mi organismo estaba acostumbrado.
Debía hacer el almuerzo. Mamá y papá no estarían hasta la noche, quizás saltarme el almuerzo y picar algo durante la tarde no les preocupe. Prendí mi computadora y abrí esta vez Fusezone, un juego del estilo de Portal pero en una estación espacial. Mientras resolvía uno de los mapas de pronto tocaron el timbre. Pausé el juego y me asomé por la ventana: era una señora con unos libros y un maletín, seguramente era testigo de Jehová, no me interesaba. Me quité el pijama y me puse unos shorts negros y una camiseta blanca para darle la despedida a la señora, sin embargo cuando abrí la puerta entró sin más.—Señorita Murphy—¿cómo sabía quién era yo?—, es muy grosero de su parte atender a su profesora con esas pintas, vaya a cambiarse.
¿Profesora? ¿Qué?
—Disculpe señora, pero no se quién es usted—respondí con desconfianza.
—¿Qué no entendió? Vaya a cambiarse.
Tragué saliva.
—Disculpe señora, pero si no me dice quién es me temo que se debe retirar.
—Soy su profesora, ahora suba y cámbiese.
De los nervios escapé hacia mi cuarto donde me calcé una falda plato y una camisa, lo más formal y casual a la vez que encontré en mi armario. Bajé con mis libros y un nudo en la garganta.
—Hasta que se digna a aparecer, Murphy—exclamó la señora sin nombre.
Me senté en la mesa del comedor junto a ella y la clase comenzó. Al parecer se llamaba Martha Fischer y tenía cincuenta y dos años, aunque aparentaba setenta. Ese día tuvimos matemáticas y Francés. Nunca había tomado ese idioma así que no entendía nada de lo que me estaba diciendo. Le comenté que nunca había tomado Francés; me dijo, con palabras más suaves, que me jodiera. Aprendería el idioma desde cero. Que grano en el culo que era esa señora.
Su pedagogía era chapada a la antigua, o prestabas atención o reglazo, no en un sentido figurativo. Más de una vez me dio con la regla y vaya que dolía. No me quedó más que resolver las derivadas e integrales que tanto me costaban. De alguna forma logré resolver bien tres ejercicios de veinte, lo cual era un logro para mi. Estaba demasiado cansada y con un mal humor horrible, no tenía ganas de hacer nada.
Las horas de clase terminaron. Antes de despedirme me aviso qué estudiaríamos mañana.—¿Tenía clases de religión en su escuela?
Ay no.
—Pues no... no, no tenía.
—Pues ahora tendrá y se acercará a Dios, que sus padres me han dicho que es muy desobediente, señorita.
¡No otra vez! Ya me habían traumado lo suficiente en elemental como para volver a la educación cristiana.
—Y... ¿cual otra asignatura tendré?
—Ciencias—dijo cortante. Dicho eso se acercó a la puerta y esperó a que le abriera—. ¿No me va a abrir, Murphy?
—¡Oh sí, disculpe!—me había quedado en blanco por un momento.
Al irse la señora Fischer volví a mi cuarto con una sensación rara en el estómago. ¿Qué acababa de pasar? Realmente no esperaba que las clases en casa empezaran tan rápido. Fui al baño a hacer mis cosas y, al tirar la cadena y lavarme las manos, me fijé en mi reflejo en el espejo. ¿Eso que veía era yo? Mi cabello mal cortado semanas atrás había crecido un poco, apenas, sin embargo el hueco que me había dejado en la nuca no se tapaba. Vi que se veía algo desparejo, ¡si no estaba parejo no podía ser mío! Volví a tirarme el cabello y lanzarlo al váter. No me dolía para nada, al contrario, se sentía bien. Sentía como esa pequeña sensación me calmaba por dentro, dejaba que toda la angustia se vaya por las tuberías.
Al acabar de emparejar el cráter sentí una sensacion de alivio. Volví a mirarme al espejo, mis labios estaban rotos y mis piernas flaqueaban cada tanto, ¿hace cuánto no había comido nada? Cosa de tres horas. Volví a mi cuarto y entré al foro paranormal al que solía recurrir. Entre historia e historia, me encontré con la leyenda de una vieja cabaña en el bosque. La típica historia de seres paranormales viviendo en el bosque más cercano a Denver, el bosque nacional Arapaho. Leí un poco por curiosear, pero no llegué a ninguna parte interesante, así que lo saqué y seguí leyendo otras cosas. Seguí así hasta que cayó la noche, hora de componer antes de hacer la cena.
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.|Devil Town|. Ticci Toby
FanfictionPaige pertenece a los Murphy, una familia adinerada que poco y nada hace por su única hija. Ella se enfrenta ante el inminente cierre de su escuela, que la dejará sin amigos con los cuales reír y cantar. El único recuerdo que le dejan es un ukelele...