Lecciones

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Después de otra penosa sesión de repaso, el profesor firmó sus horas y salió del edificio. Normalmente de ahí se iba directo a esperar a Shinso, pero había hecho una promesa aquella mañana. Al ir por los pasillos, miró al joven venir de frente, por lo que le dijo.

—Shinso, te veo en el campo, espérame ahí. Tengo que hacer algo antes.

El lava cocos estuvo a punto de preguntarle algo, pero el móvil del profesor sonó. Desvió la mirada y recargó su mueca a la derecha mientras miraba al mayor atender su llamada. Esto ya se había convertido en una costumbre. Era como si su entrenamiento ya no importara. Las cosas empeoraron al oír un pedazo de la conversación.

—Dile que no se desespere y que voy en camino... dile que la quiero.

No era quien para interrumpir en la vida de otros, menos en la vida de un adulto, pero aquello ya le explicaba varias cosas. Había alguien más en la vida de su mentor, y ese alguien claramente vino después de su compromiso con él. A pesar de eso, no pudo evitar sentirse menos preciado. Jamás había tenido altas expectativas sobre sus estudios, el profesor Aizawa llegó con la oferta y él no pudo resistirse. Él le dio algo que había perdido hace mucho tiempo, la esperanza de ser un héroe, y era ese miedo de que el sueño se le volviese a ir. Por la que le era imposible no sentir algún resentimiento hacia aquella persona que no conocía, pero le estaba robando tiempo de caridad con su mentor.

Para cuando Shouta cortó la llamada, vio que su alumno ya iba algo lejos por el pasillo.

—Nos vemos en un momento —le dijo en voz alta.

Hitoshi sólo alzó el brazo en señal de que lo escuchó y siguió su camino.

***

En casa.

Mirio le abrió la puerta y lo recibió sonriente.

—Sensei

—¿Y Eri? —, preguntó el azabache.

—Se está lavando los dientes, en un momento sale. —Aprovechando que estaban solos, le comentó—. Hoy fue un día eh... Raro. Eri me dijo que quería pasar más tiempo conmigo.

Shouta hizo lo mejor posible por no descomponer su postura, sabía a la perfección a que se refería, se mantuvo callado y lo dejó continuar.

—Pensaba invitar al resto del Big 3 al Shogatsu de este año, pero, bueno. Ya que Eri desea que pasemos más tiempo juntos. Estuve pensando mejor invitar a Midoriya y que los tres fuésemos al festival. ¿Qué le parece? ¿La dejaría ir con nosotros?

Aizawa desvió la mirada, él no era fiestero. Jamás llevaría Eri a ese tipo de lugares, pero en efecto, era el tipo de distracción que la pequeña necesitaba.

—Claro.

Togata sonrió de oreja a oreja

—¡Excelente! Quiero que vea la inauguración, así que iremos antes de la posada de la U.A. Saldríamos por la tarde, volveríamos antes de la medianoche. Espero que no le moleste dejar a Midoriya salir temprano para alcanzar el camión de mediodía.

Aizawa se masajeó la nuca.

—Sólo por esta vez, haré una excepción con el joven Midoriya.

Mirio lo reverenció.

—¡Muchas gracias! Sensei —dicho esto, el joven se retiró.

El profesor se quedó esperando afuera de la casa, hasta que la pequeña hizo acto de presencia.

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