Reinicio - Parte 1

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Ir de Barnstaple a Sidmouth solo llevaba una y casi media de viaje en auto. Devon no era una parte muy conocida de Inglaterra como Liverpool, Londres o Manchester. Pero cuando vas de visita a ver a tu familia podía convertirse en el centro del mundo para ti. Las rutas eran los puentes que te conectaban con esas personas. Y para Oliver, recordar las conversaciones divertidas con sus primos después de tantos meses sin verse era lo único que le consigue aligerar los últimos kilómetros hasta que divisa el cartel de entrada a Sidmouth, su hogar. Su compañera de viaje estaba ya profundamente dormida desde que salieron de la casa de sus tíos, así que no podía contar siquiera con una plática antes de llegar a la casa de ella.
Conoció a Teresa Williams de casualidad en su último año de escuela primaria gracias a las jornadas de convivencia con otros salones del mismo año, y desde entonces su vínculo tomó demasiada fuerza como para ser roto. Es su mejor amiga, un ser muy especial para él. Incluso, se podría decir que hasta le gustaba. Transitaron tanto juntos durante la secundaria que poco notó como iban creciendo ambos. Los sentimientos seguramente despertaron previo a que se diese cuenta que los tenía. La razón de que no se confesara todavía, es por el simple hecho de no querer arruinar la amistad que había entre ellos. Sentía que era posible que no fuese recíproco; la idea daba vueltas en su cabeza más seguido de lo que deseaba. Al final, terminó por convencerse de que no valía la pena el riesgo, aún si en realidad era todo lo contrario.
El cartel de Sidmouth pasó al lado del carro, espabilando a Oliver de sus pensamientos, quién sacudió la cabeza y encendió la calefacción con la vista siempre clavada en el camino. El tablero marcaba 5°C en el exterior, notándose también por los vidrios empañados. Ya las ganas de ir a bañarse con agua bien caliente se mostraban en la mirada ansiosa que estaba dando al camino. Si todo salía bien, mañana podría ir a correr para precalentar antes del inicio de temporada de atletismo en la ciudad. Había comenzado en su momento una carrera en la universidad, pero comprendió rápidamente que las ciencias económicas y él no se llevaban bien. Jamás reprobó matemáticas, física o álgebra en la secundaria y de todas formas las materias de la carrera de Contaduría se empeñaban en hacerlo parecer un niño en medio de personas extremadamente inteligentes. Llegó hasta mitad del segundo año cuando abandonó. Poco más tarde se reencontró con compañeros viejos del instituto y éstos le recomendaron hacer una actividad que los distrajera en lo que pensaba qué hacer. El atletismo fue una de las primeras opciones. Acabó volviéndose bueno incluso. Ahora vivía de eso preparándose y compitiendo en torneos menores. Y sólo en las rachas menores de ingresos recurría al segundo empleo que conocía: tutoría. Ayudaba a estudiantes de varios institutos con asignaturas tales como química, biología o geografía.
La segunda señal de Sidmouth cruzó por el rabillo de su ojo. Oliver encendió el guiño del auto para girar en el último cruce, disminuyendo la velocidad hasta unos 80 km/h. Ya casi podía oír a su madre llenándolo de preguntas sobre el viaje y la familia de su hermana. Teresa se removió en el lugar, cambiando de posición e inevitablemente la vista del muchacho se posó en ella por escasos segundos. Sonrió, aún cuando no escucho nada. Ni siquiera el motor del camión que les vino encima en la intersección.
No hubo tiempo de frenar, dar un volantazo o tocar la bocina. A la par que Oliver retomaba posición, el enorme vehículo colisionaba en la puerta de Teresa empujándolos fuera de la ruta. No supo decir que cantidad de vueltas dieron o si aquello de verdad estaba pasando. Abría los ojos en breve intervalos, siendo incapaz de concebir una imagen nítida a su alrededor. Tenía frío y sentía algo brotando de su cabeza y pierna izquierda. Lo que le quedó claro es que no estaba en el auto y que el transporte estaba a metro del él, humeando.
La ambulancia arribó a la escena media hora después del accidente con la policía y los bomberos. Oliver no se concentraba más allá del dolor profundo y punzante que sentía en todo el cuerpo, haciendo su conciencia ir y volver repetidas veces hasta que finalmente se desmayó.
"¡Corre Oliver! ¡Ya casi llegas!". La voz de Teresa era clara, provocando una descarga de adrenalina muy fuerte en su espíritu. Alzaba la cabeza para observar mejor el panorama de la carrera, con más de un mechón de cabello pegado su cara por el sudor que le bañaba completamente. Las piernas continuaban dando su máximo un paso detrás del otro, avanzando más de un metro por zancada. Se sentía poderoso y feliz, dejando atrás a los demás que corrían también por diferentes carriles. Su respiración apenas existía debido a que en la carreras de poca distancia lo competidores utilizan una forma de respirar más anaeróbica para aumentar la eficiencia. Tenía los latidos de su corazón en cada oreja, zumbando potente. Quiso regresar la vista a las gradas donde se suponía que estaba Teresa gritando, pero no había nadie. Todos los espectadores también se fueron de golpe. Un silencio enorme se ciñó sobre el ambiente, causando que buscara a sus rivales a sus espaldas. Nuevamente, no halló un alma. ¿Qué estaba pasando? El estadio vacío, la quietud, el aire... Todo es extraño. Trató de salir, fallando en cada intento sin hacer progresos. Entre más movía las piernas más peso aplastaba su cuerpo contra el suelo, como si la gravedad aumentara. Le faltaba el aire y si pedía por ayuda la voz no salía de su boca. Le dolía la garganta y los párpados se sentían de plomo. El lugar se desvanecía paulatinamente en nubes negras, acercándose a su posición. Lo carcomía la ansiedad y la desesperación. ¿Dónde estaba Teresa?
Volvió a escuchar algo. No era su amiga, pero definitivamente era preferible al silencio y la oscuridad que lo rodeaba. Sonaba intermitente y agudo como una máquina. Pronto esclareció el resto de sus sentidos, captando otras presencias cerca y sus respiraciones. Dio un intento final de moverse, quejándose al instante por el dolor. No lo probó otra vez. Quieto, ahora trató de abrir los ojos, teniendo éxito para su sorpresa. La luz que le daba directamente lo obligó a mantenerlos con el ceño fruncido, acostumbrándose minuto a minuto. Ya despierto, analizó la situación. El ruido provenía de máquinas y monitores; parte del dolor era porque movió justo donde tenía un par de agujas clavadas y la sensación rara de su garganta lo causaba un tuvo metido allí dentro que liberaba aire. Quiénes detectó antes fue un par de personas con bata blanca, dadas vuelta en lo que explicaban algo a otras dos enfrente de ellos. Tardó en reconocer a sus propios padres ya que aún no enfocaba la vista del todo bien a lo lejos. Darse cuenta de que despertó causó un típico revuelo por parte de su madre y un montón de murmullos de su padre. Los médicos se aproximaron a revisar el estado de Oliver, procediendo a cedarlo para extraer el tubo sin molestias. Tras despertar de nuevo, ya usando una mascarilla de oxígeno, se le explicó la situación con las pausas correspondientes debido a que le costaba entender. Su expresión de confusión pasaba a una que indicaba una pregunta obvia y que venía haciéndose desde hace rato. Para mala suerte de Oliver, la respuesta es la confirmación de sus temores.
-Teresa falleció, hijo. -habla su padre una vez los doctores dejaron la habitación sola a ellos tres-. Ella no lo logró antes de la ambulancia diera con ustedes en la ruta.
No hubo necesidad de seguir explicando. Oliver no era capaz de reaccionar y sus padres lo sabían. El shock se reemplazaba con pena y angustia, cargando su mirada con lágrimas que caían de costado a la almohada de la camilla. Hasta los sollozos suaves que emitía eran iguales a los de un niño. La fuerza se le drenaba de la tristeza y su madre no podía ayudar más que apretándole una mano como su marido en consuelo. No podía respirar, aún con la mascarilla puesta.
El sueño venció su llanto al transcurrir los minutos y la cansada y culpable mente de Oliver se apagó por otro rato.









¡Hola a todos! Aquí Lupe con esta nueva historia que surgió en base a Oliver, un personaje que se me había ocurrido para un rol con una amiga. Es la primera vez que escribo en Wattpad y más una historia en concreto por mi cuenta. Sé que seguramente tenga algunos errores o no se vea muy entretenida, pero estoy dispuesta a mejorar y continuar con el resto. Por favor, cualquier crítica constructiva u opinión será un placer leerla en los comentarios. Y pues, si les gustó, voten por el capítulo. ¡Gracias!

Créditos de la imagen de la portada de la historia a: Tatsuro Kiuchi.
La imagen del inicio del capítulo no tenía el nombre del artista, pero sus créditos van a él/ella.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2020 ⏰

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