Desde que Louis y Harry viven juntos, Louis se levantaba de la cama que comparte con Harry haciéndose la misma maldita pregunta.
“¿Qué demonios voy a hacer?”
Louis era el que llevaba el dinero a casa y Harry se quedaba a cuidar a su padre enfermo que no hacía más que criticar y dejarle bien en claro a Louis que era un holgazán, un bueno para nada.
“Harold. ¿Nopudiste conseguirte a un maricón que por lo menos supiera traer dinero a casa?”
“Los cerdos volaran cuando Louis por fin traiga dinero suficiente como para pagar el maldito cable”
Si, bien, Louis no era más que el lavaplatos de un restaurante pero tenía un plan… aunque algo dentro de él le decía que era muy tarde para comenzar de nuevo.
Del otro lado esta Harry.
A Harry le preocupaban muchas cosas… Louis, su padre, el dinero, la casa. Harry amaba a Louis, era el amor de su vida, pero le preocupaba demasiado. Últimamente no llegaba a casa temprano, solo lo sentía deslizarse en la cama cuando él estaba dormido. Estaba enojado pero no lo demostraba.
Harry le tenía miedo a muchas cosas. Que Louis lo dejara, le daba miedo hacer el mismo sonido, no saber cómo salir delante de su mano. Su padre era lo único que le quedaba y Harry es lo único que le queda también, el señor era molesto, terco. Harry se esforzaba por hacerlo feliz, como jamás pudo pero le ponía triste ver como todo le salía mal para su padre. Harry tenía miedo.
Al otro día Louis hizo lo mismo de estos últimos días. Besar a Harry para después salir a correr para luego ir al trabajo, Harry creía que entraba más temprano para ganar un poco más de dinero, pero es no era cierto.
Ese día era diferente a otros, ese día Louis sabría que hacer.
