Choi (___) es una joven decidida y fuerte. Sin embargo, no fue así en su vida anterior, las dudas hicieron que ella se alejara de él hombre que amaba. Ahora, defenderá su amor sin importar si las cosas empiezan a tomar el mismo rumbo.
Historia ficti...
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Doy vueltas en la habitación, estoy molesta conmigo misma, no podré salir a Hwangju y ni siquiera veré a So Orabeoni, y lo peor es que madre ha estado presionando para que mi matrimonio sea pronto.
Como dije, yo misma tengo la culpa. Con lo que hice ayer, y si se entera de que me he escapado en más ocasiones para ver a Wook Orabeoni, ejercerá más presión para que me casé de inmediato con algún hijo de alguien importante.
Suspiro y me vuelvo a tumbar en la cama, había preparado un regalo para So Orabeoni, pero se que el volverá pronto a Shinju.
Él no ha tenido una vida fácil, y se muestra reacio a abrir sus emociones. Jamás me ha contado como lo trata la Concubina Kang, pero siempre he sentido que nunca lo han querido como un hijo. Me pongo más triste al pensar en mi hermano y en la vida que le ha tocado tener.
—He traído la comida, Princesa —dice la Dama Hong.
—Déjalo ahi —me levanto y señaló sin muchas ganas.
—Princesa, debe comer, no ha comido nada desde ayer, puede enfermar si continua sin probar alimento —dice preocupada, mientras pone la bandeja en una mesita.
—Qué impotaría si me enfermó —suspiro pesadamente.
—No me gusta verla así, Princesa, me pongo triste si esta así —dice la Dama agachando su cabeza.
Yo solo vuelvo a mi postura de antes y me acuesto en la cama, trato de pensar en una forma de salir de esa habitación. Por un instante, solo escucho los lamentos de la Dama Hong, que quiere que coma.
Pero en ese momento, se me viene una idea a la mente, una brillante idea y a la vez estupida, por que si somos descubiertas, yo recibiré un gran castigo y la Dama Hong podría morir. Pero mi yo interno, pide a gritos que lo haga.
—Si quieres que coma —digo dando un brinco de mi cama— Tienes que hacer algo por mi —tengo una gran sonrisa que la Dama Hong parece asustada.
—Princesa, ¿en qué está pensando? —la Dama Hong empieza a caminar hacia atrás, como si fuera un pequeño cervatillo acorralado.
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