Prólogo

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Me duele la cabeza.

Mi primer pensamiento al despertar fue ese, mis ojos costaron abrirse por completo, sin embargo. Las tenias vendadas, obstruyendo por completo mi visión.

¿Qué había pasado? ¿Dónde estoy? Mil preguntas empezaron a formarse en mi cabeza, ninguna con respuesta. Un ardor empezó a aparecer en mis muñecas, mis muñecas estaban atadas, fuertemente. Un gemido de dolor salió de mí.

Una venda en mi boca se hallaba también, con esfuerzo. Moví mis muñecas quitando lo que era el impedimento para ver y hablar.

Pongo todas mis fuerzas de nuevo para quitar la venda de mis ojos, me quedo intentándolo diez minutos hasta que lo hago. Mis ojos cuestan acostumbrarse a la luz, mi vista borrosa, mi cabeza palpitando.

Examino el panorama, me encuentro en la sala de juegos de mi casa. Arrinconada en la pared, sudor recorre mi cara. Mi cabello pegado a los lados de mi cara. Mis padres se encuentran justo al otro extremo de la habitación. Atados al igual que a mí, inconscientes.

Mi corazón se acelera, mi piel se eriza, y mi mente se nubla. El miedo empezó a recorrer mis venas. Mi respiración empezó a costar, varias veces nos habían robado. Ahora había pasado a mayores.

Escaneo el lugar, solo yo y mis padres estamos acá. Mi madre con un golpe en la frente, sangre brotando de esta. Papá tirado en el suelo, luciendo como si estuviera muerto, su respiración es lenta. Sangre también sale de su boca, y se haya de esta en sus muñecas.

Lea y mi hermana no estaban aquí. Fue un alivio y al mismo tiempo un alerta. Mis muñecas seguían atadas, hice el esfuerzo de separarlas, mis manos ardiendo y doliendo por cada movimiento que hacía, hilos de sangre empezaban a formarse alrededor.

Unos pasos me distrajeron, agudice mi oído conteniendo la respiración lo más que podía. Mis ojos mirando a todas partes buscando de donde provenía tal sonido. Los pasos se dirigían hacia acá, mi pulso se acelero, mirando fijamente la puerta, una sombra empezó a emerger de esta.

Ahí se encontraba, un arma en su muñeca izquierda. Una sonrisa perturbadora se encontraba en su rostro ensangrentado, quede paralizada. El tiempo se volvió más lento, mi respiración se detuvo, abrí mis ojos a más no poder sin todavía creer lo que estaba pasando.

Siempre fue eso. Y no lo note.

Mi falsa verdad © CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora