capítulo tres

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No le había comentando a sus amigos que invitó a Hyunjin. Eso fue por muchas razones, pero la más importante era que no quería que se rieran en caso de que el plan fallara. De quedar en vergüenza nuevamente, sería capaz de golpear a Hwang.

El día de la fiesta llegó, tenía todo listo incluido el que sus fueran a un retiro de pareja el fin de semana, había contratado hasta a un DJ. Si tienes dinero puedes hacer cosas de gente rica, no?

Los invitados comenzaron a llegar poco después, Jisung los recibía estrechando su mano o abrazándolos, incluso si nunca los hubiese visto en la vida.

― Jisung, te ves raro ― comentó Felix ―. ¿Seguro que tienes permiso?

― Claro que sí, solo que pensaba en algo ― rió mirando la puerta del jardín.

― Entonces vamos al jardín. ― Jisung asintió dando una última mirada a la puerta.

La casa estaba repleta de jóvenes bebiendo, fumando, bailando, o en todo caso, conversando. Nada fuera de lo normal. Fue al jardín trasero con Felix, muchas personas estaban en la piscina gigante, ahí vio a Hyunjin con una camiseta roja y los pantalones arremangados hasta las rodillas; sentado en la orilla, del lado más profundo, moviendo sus pies en el agua en vaivén. Todos a su alrededor saltaban, se empujaban y se lanzaban agua entre risas pero él no.

Su corona se encontraba colocaba perfectamente en su cabeza, brillando gracias a las luces neón que estaban instaladas alrededor del lugar. Se cubría el rostro cada tanto cuando alguien salpicaba agua.

― ¿Es una broma? ― exclamó una de las chicas en medio del bullicio de la fiesta ― Jisung, llegó hasta el chico cumpleaños.

― Lo sé, yo lo invité ― habló, subiendo el tono, la chica abrió la boca indignada.

― Sea lo que sea, es igual de asocial que en la facultad ― rió dando un sorbo a su bebida ―. Supongo tienes planes para él.

― Algo así ― arqueó la comisura del labio en una media sonrisa.

Caminó hasta él, sentándose a su lado, le ofreció una botella de cerveza y el pelinegro negó sutilmente sin dejar de mover sus pies en el agua.

― ¿Te diviertes? ― susurró en su oreja.

― No mucho ― no obtuvo la reacción que quería, Jisung necesitaba el plan b.

― ¿Te gusta mi piscina? ― el pelinegro asintió esta vez ―. Supongo que en tu cabaña tienes una igual ― dijo, en tono de burla.

― No, no las conocía ― murmuró ―. Parece una bañera gigante ― comentó riendo suavemente antes de levantar la cabeza y conectar sus miradas.

― ¿Tienes una bañera en tu cabaña? ― Jisung rió para sus adentros, desviando la mirada hacia otra dirección.

― Sí, es blanca.

― En mi casa hay seis, también hay seis dormitorios y una cocina enorme con una nevera llena de comida. Mi habitación es tan grande que hay un sofá-cama, un televisor y, si quiero, puedo armar una carpa ― presumió, otra vez sin mirarle.

― Quisiera conocer un televisor ― le sonrió aún mirándole.

― Ya lo creo ― contuvo su risa negando con la cabeza, a lo lejos sus amigos le hicieron señas a lo que él respondió ―. Llamaré a Changbin.

Sacó su celular del bolsillo izquierdo de su pantalón, el pelinegro admiró el objeto con curiosidad. Sonriendo a medida que Han lo utilizaba, el susodicho aún no se dio cuenta que tenía la mirada del chico sobre él; con extrañeza le dio la espalda.

― Apresurate que tengo un demente a mi lado ― le reclamó al del otro lado de la línea ―, sí, me refiero a él. No hay otro demente ― blanqueó los ojos ―. Basta Changbin, ni siquiera es tu amigo. Rápido. ― colgó la llamada bufando.

― ¿Qué es eso? ― preguntó Hyunjin, señalando el objeto desconocido en la mano del castaño.

― ¿Un celular? ― resopló con incredulidad ―. Todos tienen uno, sino eres un bicho raro ―su tono volvió a burlar ―. Tú tienes uno, ¿verdad?

Hyunjin negó haciendo un gesto con los labios.

― El señor Kihyun dice que debo hacer amigos, ¿ese aparato me puede ayudar?

― Eres raro ― rodó nuevamente los ojos ―. Por eso no tienes amigos.

Era incómodo hablar con él, no entendía cuando quería burlarse de él, o si entendía podía fingir muy bien el que no le afecte. A lo lejos vio a su grupo de amigos nuevamente, Changbin los acompañaba esta vez. Sonrió con maldad y miró al pelinegro.

― Quiero mostrarte mi lugar favorito de mi casa ― se levantó tendiéndole la mano.

― Yo también tengo un lugar favorito ― comentó, impulsando su peso con ayuda de Han.

― No me interesa ― alejó su mano y comenzó a caminar, Hyunjin lo seguía emocionado.

Subieron al tejado de la gran casa, era bastante alto. Jisung se quedó en la orilla mirando a todos sus invitados, la piscina se había vaciado. Volteó al no oír los extraños comentarios del pálido que seguía en la puerta sin avanzar. Notó que temblaba.

― ¿Tienes miedo? ― fingió un tono de preocupación.

― Es muy alto ― rió de manera nerviosa.

― Confía en mí, es una linda vista y es divertido.

Con las piernas flaqueando avanzó más cerca de Jisung que se mantenía quieto y confiada. Se estiró para husmear un poco el paisaje y retrocedió.

― Ven, no pasará nada ― tomó su mano, acercándolo a la orilla.

― Es lindo ― murmuró, en cuanto estuvieron en el mismo lugar Jisung soltó su mano.

― Esto es lo divertido ― sonrió con burla.

Lo empujó por la espalda. Observó cómo caía directo en la piscina, todo estaba preparado, incluso los que estaban en la piscina esperaban ansiosos de ver cómo lo empujaba. Entre las risas de todos, Jisung hizo una reverencia con gracia desde el tejado. Retrocedió sobre sus tobillos con la intención de bajar y hacer de la fiesta una locura.

― ¡Por dios, Jisung, no sabe nadar! ― escuchó a uno de sus amigos gritarle, Christopher.

Volteó enseguida y se encontró con el pelinegro que intentaba salir de manera desesperada. Christopher se lanzó al agua para sacarlo, cuando llegó a su lado lo abrazó por la cintura y nadó hasta uno de los bordes de porcelana, para así impulsarlo fuera de la piscina.

― Respira, calma, ya estás fuera de peligro ― el rubio intentó tranquilizar al chico, quien lo apretaba con fuerza ―. Ya pasó, tranquilo.

Una chica sacó la corona del agua y se la entregó.

☆★☆

― Creo que te excediste ― comentó Felix, tirado en el césped ―. Si Christopher no lo hubiese sacado, se muere.

― No fue para tanto ― se defendió, avergonzado ―. Ustedes se rieron también.

― La verdad, no. Ni siquiera sabíamos que estaba invitado. Deberías dejar de ser un cretino ― soltó Christopher.

― Yeji, tú lo tratas de demente ― miró a su amiga.

― Pero jamás le haría algo así ― la rubia se levantó del suelo ―. Adiós.

Jisung levantó la mirada, Hyunjin estaba sentado en la misma mesa con su bolsa de almuerzo y su manzana en la mano. A veces se preguntaba si de verdad estudiaba o si de verdad estaba en sus sentidos, pero para cuando quiso comentar algo; cayó en cuenta de que todos sus amigos se habían ido.

crown, hanjin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora