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El café como siempre estaba abarrotado todas las mañanas, mis días consisten en atender el lugar lo más rápido posible para que las personas estén satisfechas y con una gran sonrisa en la cara.

Amarre mi delantal a la cintura como siempre, coloque el collar de mi difunta madr debajo de la camisa de botones color negro con logo del café más arriba de mi corazón.

Sonreí a todo a Quel que atravesará esa puerta, llevando cafés, tés, galletas, pasteles o todo lo que quisieran llevar. Siempre ver una sonrisa en las demás personas es satisfactorio para mí.

Terminé la escuela culinaria un año antes de lo esperado con honores. A pesar de que la vida me ha pisoteado no me he detenido a pesar de las adversidades, siempre trato de ver al frente con positividad y una sonrisa para enfrentar los problemas. Ya abra tiempo para llorar.

Me acerque a una mesa donde una pareja muy linda y su nena de 5 años jugaba con el mantel para colorear especialmente para infantes.

—Aquí están sus pedidos, dos cafés con y sin azúcar, tres desayunos americanos acompañado con el chocolate caliente de la niña junto con una bolsa de galletitas con chocolate —dije feliz deja do todo en la mesa.

El hombre rubio no me miro ya que revisaba su teléfono algo serio en cambio su esposa de cabello  verde si lo hizo. ¿Cómo lo sé? Simple, los anillos de cazados con ciertos detalles exclusivos lo dicen todo.

—Muchas gracias señorita. —Me respondió amablemente mientras arreglaba a su hija adecuadamente para comer.

—No hay de que, me gusta ayudar. Sobre todo —saque una servilleta húmeda entregándosela al hombre que recién se derramó café en su pantalón—... Cuando alguien me necesita es importante.

—Gracias.

—No hay de que.

Me retire ya que me llamaron en otra mesa de mi selección, mis compañeras de trabajo Alina y Samantha estaban incluso más ajetreadas que yo llevando cómo hasta ocho pedidos de desayunos para la cocina.

Si, un lunes cualquiera en la gran capital de Japón, me acerque a la mesa de mis clientes habituales. Un trio tan escandaloso pero encantador también.

—Veo que siguen igual de guapos como siempre —alague sacando la libreta anotando todo lo que fueran a orden aunque ya me lo sabía.

—Y tú sigues igual de bella como siempre. Mis rosas sienten envidia de lo bella que te ves cada día.

—Muchas gracias Afrodita, pero tus rosas son simplemente bellas y las preserbo en mi jardín como no tienes idea. Las cuido mucho ya que las adoro.

—Es lo menos que puedo hacer con una excelente repostera como tú. —Sus palabras lograron ruborizarmeasentí algo corto llevando mi atención a Shura que como siempre se tardaba en decidir que pedir.

—Shura-san no te compliques otra vez, ¿si? —Le regale una sonrisa tierna tratando de convencerlo.

—Esta bien, solo porque sabes que me gusta mucho el café negro y el pan tostado con azúcar.

—Entendido, ¿tu también llevarás lo de siempre Dita?

—Claro que si mi amada flor —revoloteo sus pestañas mientras yo anotaba todo en mi libreta.

—No creas que me he olvidado de ti  Death Mask.

—Vaya —rio sarcástico—, pensé que si ya que Dita siempre se la pasa cortejando contigo o Shura y manía por saber que hay de perfecto en cada cosa.

—Bueno, ahora tienes mi atención y déjame decirte que no se me escapa tu pedido de siempre en qué consiste con huevos revueltos con algo de arroz y salsa agridulce. Una combinación un tanto extraña pero sé que te gusta.

Una Mamá Para KogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora