Tu voz era ronca debido a que
hablabas muy poco.
Tu cabello era negro y rizado.
Tu piel era suave y
tu olor era embriagador.
Tus manos parecian reclamar
las mías cada vez que me acercaba.
Nunca debí acostumbrarme a ellos.
Pero me di cuenta de eso demasiado tarde.

ESTÁS LEYENDO
Trozos cascados.
PoesíaLas personas se van. Y te destrozan en el proceso. Pero aprendes a vivir sin ellos.