El Clan Kim gobierna bajo estrictas reglas, siempre conservando la más hermosa bondad, la luz en el mundo.
El clan Zhou gobierna duramente, castigos y torturas para lograr sus cometidos, siembran el miedo y la oscuridad en el mundo.
Necesitan una al...
Giro sobre sus talones para mirar de frente al más pálido.
— Muchas gracias por la formalidad, si me permite hacerle una pregunta, ¿por qué me escolta usted a mi habitación y no uno de sus sirvientes? —
Una risa se escapó de sus labios y el más bajo solo alzó una ceja sin comprender a qué se debía la risa.
— Podría haber mandado a alguien a hacerlo pero estaría interrumpido cosas más importantes, ademas yo puedo guiarlo hasta su habitación sin inconveniente alguno —
Cerró su abanico de golpe y señaló al contrario.
— No me sorprende viniendo de ti, siempre tan amable, pero en algún punto alguien alzará el puño contra ti Samuel —
— Si lo alzan sabré que no fue por algo que le hice, como los que se alzan en contra del clan Zhou —
La risa resonó de parte del pelinegro y se acercó al más alto dando suaves golpecitos en su mejilla para después entrar por completo en la habitación.
— Ingenioso como siempre Samuel, espero con ansias recibir las lecciones de tu parte —
Aún de espaldas a él sonrió y agachó un poco la cabeza.
— ¿Desea dar un recorrido por el palacio señorito Zhennan? —
Giro sobre sus talones para poder volver a tener al pálido de frente, descubriendo así que el pálido ya se encontraba sentado en la cama al centro de la habitación.
— Claro —
Se levantó y pasó a su lado poniendo su abanico en el mentón del contrario.
— Sabes, contigo siento que tengo un sirviente, sirviente Samuel... me encanta como se oye —
Samuel río entre dientes aún manteniendo su semblante tranquilo.
— Sirviente Zhennan, podría acostúmbrame a decirle así —
Zhennan río y avanzó saliendo de la habitación mientras el castaño solo permanecía de pie riendo por sus interacciones.
— Sirviente Samuel, ¿no me mostrará el lugar? —
Resonó la voz en los oídos del castaño y río un poco más.
— Sirviente Zhennan no hay razón para tener prisa —
Camino a paso lento hasta tenerlo un paso atrás de sí, lo miro de reojo y miro como sonreía para después encaminarse en el recorrido.
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