Un plan decía.
Llevamos ya un buen rato caminando y empiezo a dudar si realmente sabe hacia dónde se dirige.
-Oscar no quiero que te arriesgues de esta forma por mí. -Le murmuro, ya que me advirtió de que debía mantenerme callada para evitar ser escuchados. -Si te ven conmigo y ven que no les has avisado e intentas ayudarme también te matarán a ti. Y eso no podría perdonármelo.
Él suspira y se gira quedando frente a mí, pero al ir tan lenta debido al dolor de las heridas en los pies hace que no tenga que frenar o me choque contra él.
Al final sí que tenía alguna ventaja tener los pies asquerosamente heridos y sucios.
-Te lo he dicho ya dos veces y te lo voy a volver a repetir. -Resuelve. -Esto para mí no es arriesgarse. Esto es venir a buscarte y sacarte de aquí. Eres la única persona que me importa Liv, y nunca te abandonaría a tu suerte. Aunque eso significara acabar igual o peor que tú por ayudarte.
Hace demasiado tiempo que no lloro. No de felicidad. Pero ahora mismo tengo muchísimas ganas de hacerlo.
-Si no fueras gay te besaría. -Respondo sorbiendo mi nariz eliminando mis ganas de llorar.
Él me sonríe y me coge de la mano.
-Si no fuera gay haríamos una pareja preciosa, pero no tienes la suerte de encontrarme en tu mercado. -Dice mientras me arrastra en la misma dirección a la que nos estábamos dirigiendo. -Ahora deja de fantasear conmigo, porque aunque no te culpo por ello, ahora tienes que estar alerta Liv.
Sigue caminando arrastrándome tras de sí mientras mira por las paredes. Espero que sepa lo que está haciendo, porque de no ser así acabaremos bien muertos los dos.
Salimos del pasillo y acabamos en un cruce como en el que me quedé dormida. Oscar empieza a mirar de nuevo las entradas de todos los pasillos mientras yo soy arrastrada.
Creo que a ido marcando de algún modo el camino, como en Hansel y Gretel, porque cada vez que nos encontramos con un cruce se detiene a buscar algo. Aunque aún no he sabido ver el que con exactitud.
Examina la entrada del pasillo central y después de unos segundos nos adentra en él. Acelera el ritmo y siento que moriré de dolor en cualquier momento porque, a pesar de que el rubio me ha vendado las heridas que causaron los tacones antes de empezar esta excursión, aún me duelen como la mierda.
El camarero parece notarlo porque se gira a mirarme y entiende al instante lo que sucede.
-Ya no queda nada Liv. -Intenta alentarme. -¿Puedes seguir un par de pasillos más?
Me alegro al saber que tan solo tenemos que cruzar un par de pasillos para salir de aquí de una vez por todas. Pero no puedo caminar por más tiempo. El dolor cada vez es peor debido al esfuerzo y poco descanso.
ESTÁS LEYENDO
EN EL EDÉN
ActionEl mundo de la mafia, el narcotráfico y la muerte no formaba parte de su vida hasta el día en que irrumpieron en su hogar un grupo de gorilas a robar y acabar con lo poco que quedaba de su arruinado padre. En ese momento acabó su vida como la conocí...