Encendiste una luz. Te quedaste conmigo.
Y desde ese febrero, en el que nos conocimos, no has parado de hacerme sonreír.
Mi mayor deseo en las noches estrelladas, es que nos encontremos y que tu voz me suene perfectamente en la espalda.
Encendiste un sol, me abrazaste con tus palabras.
Y por alguna razón, con ardor de infierno nunca se apaga.
Te doy gracias por aparecer, por coincidir entre millones.
Y le doy gracias al mundo por habernos cruzado.
¿Me arrepiento de algo? Nunca.
Porque gracias a todo. Estoy aquí.
Con vos.