𝙞𝙣𝙢𝙖𝙧𝙨𝙚𝙘𝙞𝙗𝙡𝙚

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Tocamos el cielo, tan solo con apoyar nuestros labios y besarnos.
Calmé tus infiernos con un abrazo, y aunque era casa y delirio de mis demonios, decidí traer paz a tu incontrolable mente.
Me vestí de luto cuando moriste en aquellos brazos espinosos...
Y cuando abriste los ojos en mi regazo, mi espíritu y todas las rosas que llevé a tu entierro, se hicieron inmarsecibles.
Inmarsecibles como el amor que en días como estos, y días como los otros, siento por vos.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora