•Capítulo 1•

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"Y, entonces, abrí la puerta de par en par, y ¿qué es lo que vi? ¡Las tinieblas y nada más!" (Edgar Allan Poe)

Era una noche fría de invierno, yo estaba refugiado en una casa abandonada, estaba totalmente deteriorada por dentro, los escombros me rodeaban, pero no tenía donde ir, ni a quien acudir, estaba totalmente desamparado. 

 Tenía tan solo quince años y una mochila con poca ropa, un cuaderno en blanco, un lápiz y una goma de borrar. Pero por cosas de la vida me escape de mi casa. En realidad, la historia era algo triste, algo que siempre marco mi infancia, y ahora parte de mi adolescencia.

 A mis padres jamás los conocí, mis tíos me cuidaron hasta la edad de diez años, luego un idiota con un arma mato a mi tío a sangre fría, y al cabo de un años mi tía May falleció de un infarto, y como claro esta no tenía a nadie más que a mis tíos para  hacerse cargo de mí, me mandaron a un asqueroso orfanato donde tuve que soportar que un par de brabucones me dieran golpizas y los encargados del orfanato hicieran la vista gorda, solo tenía una amiga allí MJ, una chica extraña pero muy fiel, pero a los pocos meses la adopto una mujer soltera, yo estaba muy feliz por ella, pero triste porque ya no la tendría conmigo para apoyarme cada vez que pensara que mi mundo se venía abajo. Un año después, ya teniendo diagnosticada una terrible depresión, una familia de clase media alta, me adopto. Llegue a pensar que todo mejoraría, que al fin seria feliz, lejos de brabucones e idiotas que me ridiculizaban por cómo me vestía o mi manera de ser, ya que según ellos yo era algo afeminado, solo por vestirme de colores como rosa o celeste pastel, era extremadamente limpio, a diferencia de ellos, quienes olían casi nauseabundamente a diferencia de mí, yo llevaba siempre olor a rosas o vainilla.

 Al adoptarme, la familia Osborn, se dieron cuenta de tal cosa, pero no le tomo importancia al asunto, creo que pensaban que simplemente se me iría con el tiempo, supongo. Por otra parte, ellos pagaban mis gastos, como mi ropa, medicinas, colegio y demás. El matrimonio tenía un hijo más grande que yo, que en ese momento tenía doce años -casi trece-, y el chico, Harry tendría al menos 17 años en el momento que lo conocí. Él siempre fue muy atento conmigo, era amble y compartíamos muchas cosas en común, nuestros gustos musicales eran extremadamente parecidos, pero jamás lo vi con otros ojos. Una noche, casi igual a esta, yo estaba en mi habitación, dormido, la oscuridad reinaba en mi cuarto, tenía puesto un pijama de “Hello Kitty”, que en lo personal me gustaba mucho. Harry había salido con sus amigos, por ende, volvía tarde.

Estaba todo en silencio, pero escuche un ruido que me despertó, al instante pensé que era mi hermanastro, por eso no me alerte. Pero se escuchaban pasos irregulares que se aproximaban a mi cuarto. La puerta se abrió y tras ellas se encontraba la figura de Harry, se acercó lentamente y como pudo a mi cama, se podía observar que estaba totalmente fuera de sí, el olor a alcohol era potente y llegaba hasta mi nariz. Me di vuelta para verlo, ese fue mi error, supongo, ya que él sin mediar palabas se colocó arriba de mí cuerpo. Empezó a besarme los labios y a pasarme las manos dentro de la remera que llevaba en ese momento. No pude evitar llorar con tales acciones de su parte, las lágrimas brotaban de mis ojos como si de cataratas se trataran, le suplicaba que me dejara en paz, que no me gustaba los que me estaba haciendo, el solo respondía que me calamara que me iba a gustar, pero eso jamás paso. De un movimiento ágil me saco la prenda de arriba y beso mi pecho. Y lo único que podía esperar es que alguno de los dos adultos que se encontraban durmiendo unas habitaciones más que la mía, se despertaran y escucharan mis sollozos desesperados.

-Si gritas dejare de ser suave contigo, no tientes tu suerte. – a juzgar por lo bien que hablaba podía jurar que la borrachera ya no estaba allí, por lo tanto, del daño que me estaba haciendo ya era consciente, y no parecía que iba a parar. Besaba mis pezones algo brusco, no me gustaba nada de lo que estaba sucediendo, su mano descendió sobre mis mis pantalones y se adentraron en ellos, sin pedir permiso, con el único fin de atormentarme. Quería salir se allí, pero era tan débil.

Life is not rosy //starker//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora