Prólogo.

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P.D.V. Tercera persona:

Era de noche, una noche donde la tormenta era algo fuerte. En una casa hogar se encontraban una pareja, observando que los niños ya estén dormidos, y por fortuna así era, los infantes ya se encontraban durmiendo tranquilos a pesar de la fuerte tormenta que había afuera.

-Tal parece que los niños ya están dormidos. -Dijo un hombre de cabello negro con una leve sonrisa.

-Si, amor. Y creo que ya llegó la hora de dormir para nosotros. -Esas fueron las palabras de una joven mujer de cabello castaño, y ojos verdes azulados.

-Vamos.

Pero cuando el joven matrimonio estaba por irse a su respectiva habitación para dormir escucharon algo, aunque el hombre no le había prestado mucha importancia, nuevamente se escuchó ese ruido, captando la atención de la mujer.

-¿Oyes eso, querido?.

-¿Qué cosa?. -Cuestionó sin entender el hombre.

Los dos guardaron silencio, y nuevamente escucharon ese ruido, el cual era similar a un llanto.

-Viene de afuera. -La castaña sin pensarlo se dirigió hacia la puerta principal, y la abrió. Buscó con la mirada lo que sea que esté haciendo ese sonido. No podía ver casi nada, por lo que no tuvo opción más que salir, sin importarle el hecho de estarse mojando por la lluvia que caía de forma recia.

-¡Ten cuidado, Mayu! -Le advirtió preocupado su esposo quién igual salió, sin embargo terminó resbalandose, cayendo de sentón al suelo mojado.

La mujer llamada Mayu siguió buscando, hasta que sus ojos se detuvieron en una caja que se encontraba cerca de unos contenedores de basura.

La mujer sin dudarlo se acercó hacia dicha caja, viendo un bulto cubierto por una manta púrpura. Observó cómo ese pequeño bulto comenzó a moverse.

La mujer apartó un poco la manta, logrando visualizar el rostro de un bebé, en seguida toma a la criatura en brazos, y hace lo posible para cubrirlo, y así evitar que se siguiera mojando.

-Dios mío. -Expresó incrédulo el hombre luego de acercarse, viendo al bebé. -¿Quién se atrevería a abandonar a un bebé en plena lluvia?.

-No lo sé. Pero lo mejor será entrar, o de lo contrario podría enfermarse.

Su esposo asintió comprendiendo. Los dos rápidamente entraron al edificio, y una vez adentro Mayu observó al bebé que tenía en brazos. Éste no dejaba de llorar.

-Ya, ya. -La mujer comenzó a meserlo entre sus brazos. -Takeshi, prepara un poco de leche por favor.

-Claro.

El de cabellos azabaches se retiró, y fue a la cocina para preparar el biberón.

Mayu observó a la criatura, viendo que tenía una piel muy pálida.

En cuestión de unos diez minutos su esposo llegó con el biberón, y con otra manta para envolverlo, pues la manta en la que estaba se encontraba mojada.

La de cabellos castaños envolvió al bebé en la otra manta, para luego tomar asiento en un sillón, y comenzar a alimentar al infante.

Pronto su marido se sentó a su lado, mirando a la criatura que tomaba tranquilamente la leche de su biberón.

-Pobre, pudo haber muerto de hipotermia allí afuera.

La mujer asintió, sintiéndose molesta, y decepcionada con la persona que se atrevió a abandonar a esa pobre criatura en plena lluvia.

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