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Había una lengua pasando, recorría el cuerpo caliente, el temor también prendía un poco de fuego cuando no había certeza de que no habría cortadas esta noche.

Me sujetaba la cabeza como intentando que el peso de lo que ella piensa no se derrumbara y me aplastara. Los brazos me apricionaban y me hacían sentir tan pequeño, pero dejando de lado el sueño, me sentía poderoso, corroborando con el sentido de mi tacto el dolor en pleno olor del llanto, que siendo ajeno, sabía a mío.

Había gemidos, habia inseguridades, había un niño siendo testigo de infidelidades, y es que... El niño lo sentía todo. Había un vestido en una caja Roja que parecía ser nueva pero era aquella vieja cena de los ojos sin remordimiento, había una cama, y en la cama todo los recuerdos, postrados como azotes en brazos, como dolores en hombros y como corazones rasgados.

THE BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora