Lunes 2/2

18 3 0
                                    

Un oficial se me acerca y en sus ojos se delata la preocupación más que la indiferencia

-Señor, se encuentra bien?- me mira como si estuviera loco, quizás sea así.

-Estoy vacío, siento que voy a desaparecer en cualquier momento- las lágrimas me vuelven a empañar los ojos, pero logro que se queden ahí, demasiado teatro hice ya.

-Pero estaba sonriendo hace un minuto, por un momento pensé que estabas drogado- hago una mueca.

-¿acaso usted es verdaderamente feliz?- el oficial parpadea varias veces y me observa entre sorprendido y ofendido.

-Si puedo hacerle de ayuda avíseme, yo haré la primera ronda por aquí. Que tenga buenas noches- el oficial se aleja murmurando -malditos drogadictos- .

¿Por qué será así el ser humano? Alguien ayuda,
¿ese alguien aprendió a ayudar por obligación o por decisión?
Se ofrece la misma ayuda y éste se ofende,
¿acaso ofendera que lo comparen con alguien infeliz?
Sigo pensando.

Vuelvo a coger impulso para hamacarme y allí te veo, dices que soy demasiado lento, demasiado miedoso. Mientras cada vez que subís te veo más lejos. Decido bajar, está noche tu ganas, vuelvo a casa.
Mi casa, con mi silencio, tu ausencia.
Decido no irme, no quiero dejar la casa, es cómoda.

Martes, te esperé toda la semana. Hoy me despierto y voy a tomar el café a la plaza, veo a las personas yendo y viniendo con sus bolsas de compras, gente que vá a hacer deporte. Nadie piensa que anoche bebí hasta perder la conciencia, tampoco saben que hoy no fui al trabajo.
Nadie vé hacia un lado de la calle.
Un impacto.
El taxi frenó de golpe, un hombre de unos cincuenta años con gafas oscuras, se acerca a el causante del golpe. Pronto se oyen gritos, se crea un escenario de terror para alguien, las personas que estaban en el lugar empiezan a agruparse y pasando varios minutos dejan de admirar la desgracia ajena y siguen con su rutina.
El taxista deja su tarjeta y la mujer se queda a un lado, llorando entre hipidos, sola, con su perro muerto.

No todo el mundo piensa que su pérdida será muy significativa, quizás ni siquiera era su perro, quizás el perro fue más que un perro; fue su confidente, su fuente de calor en las noches que pasaba a solas, fue su amor incondicional. Fue. Nadie se prepara para partir y mucho menos para perder a alguien. Yo también lo sabía, los perros no viven para siempre, y algún día tendría que irse de su lado.

Terminó mi café, intento acercarme a la mujer, ella llora, llama a alguien y sollozaba peor, la miro unos momentos y sigo mi camino, no me gusta reconocer el dolor ajeno.

Llamo a Margaret, ¿la recuerdas? La pequeña mujer de pelo ondulado, ahora lo tiene de rojo. Hace tiempo no la veo, ella hace poco tuve un bebé, es curioso como la vida sigue, ver que los días siguen, los proyectos se realizan o no, las familias crecen o se rompen, da igual, el punto es que te extraño mucho trato de imaginarme esa vida contigo, Quedamos para vernos el Sábado y así conocer a su niño.

Pasaron tres horas. Sigo caminando y ya no sé en dónde estoy, quiero ir a los columpios pero estoy muy lejos. Creo que ya llegué al centro.

Tendré que dejar ir todo esto algún día, pero sé que no podré olvidarte, ¿quien olvida a sus mejores días?

Tendría que sufrir Alzheimer, que me cambien el corazón o que alguien me mate, ya que soy muy cobarde como para hacerlo yo mismo.

Pronto serán tres años. Tú estás en alguna parte, riendo, llorando, mirando la tv o simplemente durmiendo, mientras que yo solo trato de reunir cada pedazo que me queda de tí, trato de guardar cada detalle de tí dentro de una cajita de cristal.

Sigo caminando y veo a lo lejos que Rachel entra a un local de comidas rápidas, hace mucho tiempo no la veo. Tiene el pelo más largo, pero sigue fiel a su castaño, está más delgada, ella también está afectada por todo esto. Supongo que ella logra disimularlo mejor que yo. Antes de darme cuenta ya me estoy acercando allí.

-Si no te conociera pensaría que me intentas pedir una limosna.- dice ella sacándose sus lentes.

-Gracias por el halago, hermana.- su mueca de disgusto se podría ver a kilómetros, creo que aún no olvida cuando tomé prestado su auto el mes pasado.

-¿Qué quieres, Gonzalo?- ya estaba tomando su pedido, mientras le daba el cambio al chico, él le estaba sonriendo y al verme bajó la mirada algo nervioso.

Me agarró el pecho fingiendo indignación- ¿Acaso no puedo pasar a saludar a mi queridísima hermanita?-

-Primer punto, soy tu hermana mayor, segundo, no tengo tiempo, tercero, no tengo ganas de pasar mis treinta minutos libres con vos.- ya se estaba dirigiendo a la puerta cuando la detuve del brazo.

-Esta bien, la otra noche llegué a mi departamento y había una nota pegada en el vidrio del baño, quisiera decirte si no puedes revisar las cámaras del edificio y ver si alguien entró.

-¿No puedes hacerlo tú?- Rachel estaba parada a un costado del camino y un niño casi tropieza provocando que su bebida se derrame por el suelo. Ya se fastidio- Te aprovechas que tengo mi uniforme de policía, sino ya te hubiera sacado a patadas de mi camino.

-Gracias, gracias, gracias, llámame si necesitas saber algo- ya estaba yéndome cuando me volví una última vez- Por cierto, Rachel, tienes que cambiar el aceite a tu auto- antes que me quiera patear el trasero me voy para mí depa, con mejor humor que con el que empecé la semana.

-----------------------------------------------------------

W

iiii ya apareció Rachel, pero quiero dejarles más datitos de ella por aquí;

Tiene 35 años, como ya vieron es policía. Tiene el cabello castaño natural. Mide unos 1.68 de altura y a pesar de parecer muy fría, ama a su hermano con toda la intensidad.

Me encanta ver que de a poco la historia de éste hombre vá llegando a las personas, espero ver sus comentarios🤗😁

Atte: Teresa Jacqueline❤️

Por si me recuerdas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora