Lunes 1/2

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Anoche casi no dormí, en cambio, leí un artículo:

Niños mueren de hambre en algún lugar de África...

Debería recordar el país, pero no. Quizás todos deberíamos saber el nombre del país, conocer cada tragedia o injusticia en el planeta. Pero entonces todos estaríamos sumidos en una inminente depresión.

Cada quién con sus guerras, presos de una individualidad común, eso es mejor o al menos lo suponemos.
No puedo esperar a que el señor que reparte el periódico me consuele, ni mucho menos que una madre que vá con su niño me entienda. Para entender mi dolor tendrían que conocerte, conocer mi vida antes y después de tí.

Prefiero padecer en silencio, gritar entre mis cuatro paredes, ahorrarme miradas de lástima o frases de consuelo baratas.

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Voy de camino al trabajo, enumero nuestros recuerdos más hermosos y vuelvo a caer en aquél día...

Un bebé comienza a llorar y me saca de mis pensamientos, la madre busca calmarlo, saca su peson para alimentar al niño y logra que se calle. Mi mirada cambia de dirección, incómodo por el momento decido seguir leyendo mi libro. Horas después ya estoy en casa, debato la idea de ver una casa nueva o no, es ridículo pensar que un lugar representa a alguien, pero por todos lados está tu espectro.
En la cocina mientras me apurabas para que te cocine, en el baño mientras te hacía peinados con la espuma del shampoo, en la habitación cuando te dormías entre mis brazos.

Paso el día sin problemas, terminé de dejar los archivos dentro del archivador, salí de la oficina para volver a casa.

Jonás me arrasa con su alegría, me hace tan bien al alma. Me encantaría poder saber qué piensa de todo, si sabe por qué nunca volviste, quién dejó la nota, qui...

Escucho un pitido a lo lejos.
Una llamada ¿y mi celular? Lo busco y el sonido del timbre me empieza a desesperar. ¿Arriba de la mesa? No. ¿En la habitación? Tampoco. Sigo buscando, frustrado me pasó las manos por la frente y allí está, siempre estuvo conmigo, en mi mano. Deja de sonar, era un cliente y puede esperar hasta mañana. Pero sigo pensando, lo estuve buscando todo el tiempo y siempre estuvo aquí, cuando lo encontré se apagó.

Salgo a caminar y esta vez lo hago sólo. Decido no entrar al bar y sigo de largo, me dirijo a la plaza, justo en los columpios.

Con treinta años, estoy seguro de que no hay un lugar mejor para apaciguar la mente que en los columpios.

Empiezo a moverme. Adelante y atrás. Regreso al día en que te conocí, estaba muy nervioso todas las inseguridades pasaban por mi cabeza. Voy y vuelvo. Miro a mi lado y allí estás, me insistís para que me eleve con más fuerza, estoy en lo más alto, casi te alcanzo, pero no llegué. Vuelvo y freno en seco. Me doy cuenta que se me nubla la vista. Tengo el corazón acelerado y de a poco mi cuerpo entero empieza a temblar. Lloro, estoy desbordado.

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Espero les haya gustado 🤗🤗 , besotes

Atte: Teresa Jacqueline❤️

Por si me recuerdas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora