Capítulo 9.

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En mi memoria, estaba dolida mucho antes de conocernos. Oh, en mi memoria, ellos están
Sigue ardiendo, huellas que dejaste. Y yo siempre he querido decirte que no puedo.

Así que ahora, ¿cuál es tu excusa? ¿Que tenemos que perder?, desde que estoy Perdiéndote. 

Un día Julio Cortázar cito Cuando ya no te quieran, lo sabrás, aunque no te lo digan. Lo sentirás desde lo más profundo del alma, porque la indiferencia jamás pasa desapercibida. 

Pero de lo contrario, ¿Qué pasaría si esa persona cambia? O puede ser, que simplemente nos entregamos demasiado y aferramos a ello que nos cegamos plenamente y, miramos a esa persona como un ciego miraría al mundo por primera vez.

O, es como si los hombres tuvieran un radar; me refiero a que, cuando empiezan a ver que nuestros sentimientos se van marchitando hacia ellos, se ponen alerta, buscan la manera de hacer que nuevamente éstos florezcan. 

Tal vez, mi corazón era demasiado frágil que al final no podía resistirse a ceder a sus caricias. 

— ¡Es la mejor despedida de soltera!— Avery exclama levantando sus brazos con una enorme sonrisa y sin dejar de moverse siguiendo el ritmo de la canción. Sus mejores amigas y yo, gritamos y aplaudimos incitándola a que siga divirtiéndose. 

Las tres se van a bailar cuando me niego a seguirlas, el alcohol en mi sistema comienza hacer efecto por lo que prefiero quedarme sentada y ver el espectáculo de todos. 

Sus dos mejores amigas bailan y gritan moviéndose contra unos jóvenes que se les acercan y Avery grita cuidando que la corona grande de piedras brillosas, no caiga de su cabeza. Ander, le compró las bebidas más exclusivas que manejan en el antro y por si fuera poco, reservo una habitación en el prestigioso hotel de la familia de Amanda, para estar protegidas dentro del mismo lugar. 

El lugar esta oscuro con luces de colores destilando desde la parte superior del techo, el humo sale de varios puntos y la pista de baile es un caos, todos están eufóricos y extasiados moviéndose y gritando siguiendo el ritmo del Dj. 

2: 20 am. Y solo quiero subir a la habitación, dejarme caer en el suave colchón y dormir hasta que lleven el servicio del desayuno. 

Suelto un suspiro levantándome y viendo a Avery divertirse, por lo que, salgo de la zona del antro sabiendo que tardará un tiempo en darse cuenta de mi ausencia. Me acomodo el tirante del jumpsuit negro largo de satín que decidí usar para esta noche, con un escote de corazón sin ser revelador y trato de mantener la postura por los zapatos de tacón delgado para no caer. 

Al ingresar al elevador, recargo mi espalda en la pared metálica y cuando las puertas se deslizan cerrándose, sonrío por la acalorada noche. Quiero mandarle un mensaje a Bastien diciéndole que estoy por dormir y que no se preocupe. 

Salgo y camino por el pasillo teniendo una agradable vista de la ciudad por el ventanal de cristal transparente. En cuanto mi espalda revota contra el colchón, cierro mis ojos sin importar que no me desvestí, mi cabeza esta dando vueltas y lo menos que quiero es accidentarme y tener moretones para el día de la boda. 

Siento que no descanso en absoluto cuando escucho unas voces que no reconozco afuera de la habitación y como intentan abrir la puerta, con la poca consciencia trabajando y poniéndome en alerta, cojo mi móvil y me encierro en el baño dejando un poco de la puerta entreabierta quedando a oscuras. 

— ¡No me toques!— las palabras tropezadas de Avery llegan hasta mis oídos y veo como forcejea con alguien que no entra en el campo de visión de la puerta pero esa persona la sujeta con fuerza—  ¡eres un maldito hijo de puta!

Ezis© #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora