La Bruja obligada a actuar

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–Ten, Kuroba– su compañera de clases Akako, le lanzó un anillo atrapándolo sin problema en el aire.

–¿Y esto?– admiró la joya en su mano, lo dorado alrededor y en el centro un hermoso azul medianoche.

–No te preocupes, no tengo intención de casarme contigo si es lo que crees. Solo es un regalo de mi parte, por haber sido sincero y directo conmigo– lo miro a los ojos sin malicia alguna, haciendo sus palabras verdaderas.

–Ya, pero ¿me dirás porqué?

–Cuando termine el día lo haré, por ahora póntelo– le dijo, a lo que un poco dudoso lo hizo.

Por un momento pareció resplandecer un azul muy brillante que lo confundió y extraño.

–¿Qué? ¿Qué fue eso?– justo después de decirlo intento quitárselo, pero no quería salir de su dedo.

–Le puse un hechizo, el que se lo ponga no lo podrá sacar hasta que se vuelva morado– vio como Kaito seguía intentando sacarlo a pesar de lo dicho por la bruja –¿Me estas escuchando, Kuroba?

–Si tu fuiste la que embrujo esto, ¡entonces deshazlo!

–No, por si lo olvidaste es un regalo de mi parte. Sería descortés rechazar el obsequio de una dama, además de que tendrás que llevarlo en tu robo de esta noche, Kaitou Kid

–¡Que no soy Kid!– vio a la maestra entrar y fijo su mirada en el accesorio que adornaba su dedo, definitivamente le exigiría que es lo que contiene.

La mala suerte parecía estar con él o era solo la chica que lo evitaba cada que tenían tiempo libre, le ignoro aún si parecía muy obvio y no le quedó de otra que volver a casa sin información.

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Todos estaban listos y preparados para atrapar al ladrón fantasma que se ha salido con la suya todo ese tiempo; dos detectives, el inspector Nakamori y sus hombres custodiaban la joya que sería robada.

–Me sorprende verte aquí Kudo, no pensé que nos reencontramos en otro robo

–Recibí una carta diciendo que debía estar aquí, dijo que vendría a hablar conmigo acerca de algo importante– respondió mirando a su alrededor, buscando pistas sobre un indicio de Kid.

–¿Estás seguro que no es una broma?

Se escucharon pasos acercándose detrás de ellos, una presencia que generó un escalofrío en ambos detectives.

–No lo es, fui yo quien lo hizo– se enfrentó a la mirada sorprendida e inquisidora de los jóvenes.

–¿Koizumi? ¿Que haces aquí?– la miro de forma acusadora, no le gustaba que siempre pareciera tener un plan en su mente.

–Vaya, ¿acaso no puedo venir a ayudar?

–¿Se conocen?– interrumpió Kudo al ver el ambiente tenso y la familiaridad con la que se hablaban.

–Compañeros de clase– respondieron a la vez, dejándolo algo incómodo por la mordaz respuesta a su pregunta.

–Como sea, di para que viniste aquí

–Claro, pero solo se lo diré a Kudo-kun. A él fue a quien solicité– agarró su brazo y lo alejo de ahí, busco un lugar tranquilo donde poder hablar sin que los espiaran.

–Por aquí, no hay nadie prestando atención– viendo sus intenciones, la condujo a una esquina en la que no eran visibles –Ahora puedes decirme, ¿por qué está noche? ¿por qué este lugar?

–Lo responderé todo con una simple frase, tengo información de Kid– sin que su contrario se percatara, creó una pequeña barrera para que nadie más obtuviera lo dicho de su boca.

Unidos por la BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora