Alternativo

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Se apoyó contra la ventana, apreciando la luz que entraba a través del cristal, no quería moverse de ahí, aún se repetía esa escena en su mente provocando que su estado de ánimo fuera el peor, incluso se sentía una horrible persona por haber hecho eso, a pesar de que no todo dependía de ella. Su puerta fue tocada dos veces anunciando que entrarían, su sirviente paso llevando hacia ella una especie de pulsera hecha de cadenas doradas junto a piedras rubíes.

–¿Qué sucede?– trato de volver a la normalidad, teniendo su porte serio al que siempre ponía con su sirviente.

–Desea comunicarse con usted, señora– alzó la joyería para acentuar sus palabras, el rojo parpadeaba con cada vez más frecuencia, anunciando la urgencia del asunto.

–Al fin hace presencia, entiendo, prepara un poco de infusión con Valeria a para nuestro invitado– tomo el objeto, colocándolo en su muñeca derecha y escuchando el sonido de la puerta al cerrarse.

Tocó una de las luminosas rocas, inmediatamente una voz se aclaró en su mente, una joven trataba de decirle algo.

–Akako-san– dudosa dijo su nombre, aún así, supo quien era.

–Erika-san, ¿quieres saber?– decidió ser directa, recibió un sonido de afirmación, no dejándole de otra que decirle lo sucedido –Coloca la pulsera que tienes cerca de un espejo, de preferencia grande

–¿Eh?, ¿porqué?

–Hazlo, será mejor para nosotras– finalizó la comunicación para seguidamente levantarse y quitarse su accesorio, colgándolo en una esquina de su propio espejo.

Transfirió su contacto y apareció una chica castaña con ojos miel, más baja que ella y menor por tres o cuatro años, mirando nerviosa frente a ella.

–¿A-Akako-san?, ¿eres tú?

–Asi es, soy yo. Con quién hiciste el contrato, ¿no me reconoces?– le pareció tierna su reacción, como un pequeño animal asustadizo.

–Yo solo se cómo es tu voz, lamento si no lo supe– apenada bajo su cabeza, el rojo cubría hasta sus orejas.

–No te disculpes, es la primera vez que nos vemos de esta manera– una sonrisa inconsciente se formó en sus labios, era una chica tímida y además quien la encadenó a un contrato sin saberlo.

–E-entiendo, entonces ¿que sucedió con ellos?

Quiso ser sincera, decirle la verdad sin tapujos, pero al ver sus ojos un nudo se posó en su garganta impidiéndole hablar.

–Veras, creo que no es lo que tú esperabas– balbuceo sin querer, no era de las que fuera tan amable solo porque era menor, sus ojos mostraban esa expectación de que todo saliera bien, y si llegaba con sus noticias no dudaría que lloraría.

–¿Que...quieres decir?– su voz bajo al punto de susurrar, ya se podía notar el miedo en sus cuerdas vocales.

Suspiró y no miró directamente sus ojos, no soportaría que la mocosa se pusiera de esa manera.

–......Kudo no correspondió los sentimientos de Kuroba– el silencio se interpuso entre las dos, los nervios ahora la atacaban a ella.

Pensó en pedir su parte del trato y terminar con la tensión, el ruido de un sollozó fue lo que no pudo ignorar, se encontró con la chica dejando que sus lágrimas pasarán por su rostro sin restricción, se mordió los labios para no ser ruidosa con su mayor o que lo encontrara molesto.

–Todo es mi culpa ¿verdad?, si no hubiera sido tan egoísta con mi deseo ahora mismo no estaría sufriendo como una estúpida– sus manos bloquearon su boca para que no escaparan sus gimoteos.

Unidos por la BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora