Final

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–¿Kuroba?– movió su mano delante de él, verificando si estaba junto a ella o una parte suya.

–¿Uuumm? Aquí estoy, ¿que pasa?– agitó un poco su cabeza, tratando de enfocarse en lo que pasaba.

–Estabas en otra parte, no prestabas atención a lo que decía

–Oh, si, recordaba lo que nos llevó hasta aquí. ¿Porqué ahora sí parezco tener consciencia?– movió sus manos, las cerró y abrió, se sentía totalmente normal.

–Al parecer me permitiste la entrada, y como tenías conocimiento previo de esto, no era necesario protegerte si lo has aceptado. Vamos a lo que nos concierne– se dio la vuelta, mostrando indiferencia por su curiosidad.

–Alto, alto, ¿te permití la entrada? ¿Cuándo?– al oírlo le dio su atención, pensando los por qué.

–Dices que no sabes cuando me diste el pase para entrar ¿verdad?– el mago asintió –Entonces tal vez fue de manera inconsciente, después de todo ya lo he hecho una vez, continuemos– zanjó el tema, buscando a las personas de su interés.

–¡Akako!– fue tras ella, a pesar de sentirse seguro igual no quería perderse, quién sabe a dónde podría ir.

Pensar que les costaría más que antes nunca se le pasó por la mente, la ansiedad de Kuroba y el tiempo que pasan mirando los alrededores sin encontrar nada la pone de mal humor, se le agrega que el chico se divertía por ahí.

–Que hermoso, ¿realmente está dentro de mí? Es relajante, podría tumbarme por horas– ignoró la chillante voz, pero verdaderamente quería tomarse un descanso de eso, ¿porque acepto en primer lugar?

Quiero hacer un trato contigo, si concedes lo que quiero tu puedes exigir cualquier cosa de mi, estoy dispuesta.

Suspiró, más le vale que dijera la verdad o la maldeciría de por vida.

–Kuroba, ¿has visto...?– se interrumpió al encontrarse sola en el inmenso campo verde, sola con el viento meciendo todo a su alcance.

Era imposible que desapareciera, no pudo haber vuelto si ella aún estaba allí, debía reconocer que, si se asustó un poco por no saber que hacer, grito su nombre varias veces, sin respuesta, dejándola descolocada. Sintió algo chocar contra su espalda, miro atrás viendo que todo seguía igual hasta que su visión fue bruscamente hacia arriba, cayendo de espaldas hasta la tierra.

–Jajaja, debiste ver tu cara, dios, este mundo es increíble– procesaba todo lo que sucedió, la engaño, sabía que lo estaba buscando y finalmente se atrevió a tirar de sus pies para caer.

–...Será mejor que corras, cuando ponga mis manos en ti...– no necesitaba escuchar lo demás para salir corriendo.

Termino en una persecución infantil, al parecer se deshacía del estrés acumulado de los últimos días en tratar de golpearlo, cosa que no lograba a pesar de intentarlo con sus pocas fuerzas, obviamente saliendo vencedor el ladrón fantasma.

–Al parecer...no pudiste...ni tocarme– hablaba entrecortadamente por la carrera, quién sabe cuánto abarcaron de todo eso.

–Quién...te crees...para burlarte...de mi– su condición era peor, estaba segura que nunca había corrido tanto, era ya la segunda vez que la adrenalina se apoderaba de su ser y resultó divertirse en algún punto.

Se rió de si misma, desearía saber cómo deshacerse del hechizo que ella misma se puso sin saberlo, que parecía más una maldición en su situación debido a que sus sentimientos no eran correspondidos y aún así seguirle dando esperanzas de que tenía una oportunidad por pequeños momentos como esos, quisiera saber cómo quitarse ese hechizo llamado amor.

Unidos por la BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora