Mie. 22/1

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Quizás deba remitirme a mi niñez. Mi única opción? La sobriedad plena.
Habria sabido esa niña lo que le deparaba el futuro y a sabiendas de que ya nada quedaba por hacer decidió embriagarse en el olvido?
Hoy no la recuerdo y no puedo olvidar, son esos mis indicios.
Siento que le uso los zapatos, me quedan chicos, son incómodos y duelen, cuando puedo paro a descansarnos.
La llevé a recorrer Buenos Aires, le dije: "Señale usted con este corazón los lugares en qué está ciudad te tocó"
Me lo devolvió sin prisa, habíamos ido a muchos lugares pero no habíamos estado en ninguno.
Aplaqué la búsqueda y escondí a la niña a la que le habían dado siete daños de vida.
A veces en un intento de reconciliarnos ella me lee cuentos productos de la pesadilla de alguien más.
Ya no son palabras las que brotan de su boca más un grito desgarrado pidiendo por mamá.

Diarios una Psicología de AcuarelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora