Introducción a mi vida.

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  • Dedicado a Todas aquellas que se sienten solas.
                                    


Aquel día tenía una terrible resaca. Mi lema en las fiestas era "Tomar toda la noche hasta el amanecer." Pero en la mañana que seguía no paraba de repetir "Nunca más." Era todo una mierda de situación. Siempre me invitaban a esas reuniones, y cómo no, si era la hermana de la chica más popular del instituto. Ella no era precisamente una linda chica en el colegio, pero en casa siempre convivía felizmente conmigo y con mamá. Yo era algo así como la mascota de Carrie, mi hermana, y siempre me usaba para quedar bien con sus amigos universitarios. Siempre decía que mi rostro opaco resaltaba lo brillante del suyo. Si no tienen hermanas mayores; déjenme decirles que es un asco.
-Me voy.- Dijo Carrie en esa noche por décima vez.
-¿Me vuelves a decir a donde vas?- Pregunté, más que nada, para ganar tiempo. Si ella se iba ahora, se encontraría con la vecina chismosa saliendo de casa y la mujer seguro que le diría a mamá que Carrie había salido. Así qué ahí estaba yo, recostada en la cama de mi hermana mientras ella se maquillaba frente a su espejo de cuerpo entero; tratando de hacer que se quedara al menos por otros diez minutos.
-Debes poner atención más seguido, Chris.- Me replicó volteando a verme.
-Sólo dime y no seas tan dramática.- Rodé los ojos y mire al techo exasperada.
-Voy al bar de Johnny a divertirme un rato y vuelvo; ¿Significa que te has pensado mi propuesta y quieres venir?- Levanté mi rostro para mirar a Carrie con expresión de agotamiento.
-Estoy cansada y tengo resaca desde la ultima fiesta de Johnny.- Respondí volviendo a mi postura floja en el colchón.
-¿Eso es un "No"?- Mi hermana se veía decepcionada, y trató de convencerme haciendo un puchero. Ese gesto parecía totalmente fuera de lugar en su angelical rostro. Ella tenía el cabello rojo flamante de mi padre y caía lacio y perfecto por sus hombros hasta llegar a unos mechones azulados en la espalda baja, sus ojos oscuros resplandecían todo el tiempo, en el centro de su rostro había una nariz respingada y pequeña con pecas alrededor y sus labios gruesos contrastaban con sus facciones finas. Si un pintor famoso la hubiera visto, probablemente sería representada como una musa en algún museo de arte. Me miraba suplicante y sus manos se removían inquietas en su vestido corto de tirantes.
-Eso es un "Ni lo pienses, dame una semana de respiro de tu vida social".- Bramé. Ella cruzó los brazos e imploró con la mirada.
-¡Por favor! Es importante, mi ex va a estar ahí con su zorra nueva.
Negué rotundamente con la cabeza.
-No quiero.
-Chris...- Empezó ella. Me incorporé de un salto.
-No me "Chrisees" ahora, no pienso ir.-
Carrie se puso de rodillas en la cama y juntó sus manos en una plegaria.
-Si vas, te dejaré usar mi vestido de puntos negro.- ¡Demonios! Amaba ese vestido... Pero no pensaba ir a que me volvieran a emborrachar.
-Carrie, no me gusta ir a bares cuando mamá vuelve del trabajo temprano.- Repliqué. Ella se quedó pensativa hasta que ideó algo.
-¡Ya sé!- Mi hermana se puso en pie en la cama y puso la mano izquierda en su pecho y la otra la puso en alto junto a su hombro.- Juro que no te dejaré beber y que llegaremos antes de las 9:30 p.m. ¿Si vas?- Reí sin muchas ganas y asentí. Ella saltó en la cama gritando de júbilo mientras yo repasaba mentalmente las precauciones para aquella noche.
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-Llegamos.- Carrie aparcó el auto en el estacionamiento exclusivo del bar y nos quedamos dentro por un rato.
-Chris...-
-¿Qué pasa?- La miré. Sus ojos se volvieron vidriosos mientras las lágrimas empañaban su vista.
-No quiero ver a Ed con otra chica.- Carrie recargó la cabeza en el volante y empezó a lloriquear como bebé. La miré sorprendida. Esta no era la actitud de Carrie Paw. Mi hermana nunca antes había llorado por un chico, jamás. Antes dejaba a los chicos lamentándose por ella. Pero Ed había sido el que más tiempo había durado con ella, el primero que había roto con ella. Y eso la había dejado destrozada, pero nunca lloró. Que yo recordara, era la primera vez que Carrie lloraba desde que nuestro padre... Aparté el pensamiento de mi cabeza.
-Entraremos juntas y haremos que el tipo se dé cuenta de lo que perdió.- La animé. Mi hermana me miró con algunas lágrimas en sus ojos caoba y sonrió. Arreglé su maquillaje y peinado.
-Gracias, Chris.- Carrie y yo nos apeamos del auto y entramos al local que acabaría con todo.

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