Eres libre...

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Al día siguiente
-¿Shaina?- sus ojos continuaban cerrados, pero parecía estar despertando por fin. El alivio me lleno. Tenía miedo de que no despertara jamás. Cuando finalmente abrió sus ojos, me quede tan asombrada como la primera vez que la vi. Sus ojos eran tan obscuros como mi alma, pero tenían luz. Ella era la descripción de la esperanza.

-Kaira...-su voz sonaba suave, pero aún así armoniosa. Me permití volver a respirar tranquila. Ella estaba viva, y daba gracias a todos los dioses por ello.

Poso su mano en mi pecho, justo al lado de la espantosa herida que tenía. Luego me miro preocupada. Me dio risa, ya que ella tenía una herida bastante profunda en su sien y se preocupaba por mi.

-No te preocupes, me curo rápido

-Me salvaste la vida...- su voz sonaba confundida, como si no entendiera el motivo de mis acciones. Como si en algún momento hubiera llegado a pensar que no lo haría.

-Fue mi culpa todo esto, debí de haberte dejado en donde te encontré. Pero me gano la curiosidad, y.. creo que quería compañía. Y ahora estas herida y es mi culpa.

Ella parecía querer protestar ante esto, pero la calle. No quería que me dijera nada para hacerme sentir mejor, porque no lo merecía. Y se había vuelto demasiado importante para mi... Debo hacer lo correcto.

-En cuanto estés mejor te llevare de vuelta a casa. Recuperaras tu vida y tu libertad. Jean esta muerto, así que no debes de preocuparte mas por el.

Estaba a punto de salir por la puerta para dejarla descansar cuando oí que se movía en la cama. Trato de incorporarse y de inmediato llegue a su lado para sostenerla. Se veía mareada y desorientada. Pero aún así, miro hacia arriba, hacia mis ojos. De nuevo me quede atónita ante su belleza. Ahí supe que ya no había vuelta atrás, estaba enamorada de la bella mujer a la que había secuestrado.

Le permití apoyarse sobre mi para sostenerse y rodee su cintura con uno de mis brazos. Ella dio un temeroso paso al frente, cerrando la distancia que nos separaba. Sus dedos acariciaron mi mejilla dura y escamosa. Trazaron la curva de mis labios, evitando toparse con mis afilados colmillos que sobresalían por mi labio inferior.

Si iba a dejarla ir, entonces cuando menos iba a asegurarme de hacer un robó mas. Algo que verdaderamente valía la pena. Tome su rostro con mi mano libre. Acaricie con mucha dulzura, cuidando que mis garras no tocaran su piel. Ella se dejo llevar y cerró los ojos.

Me acerque a su rostro, pidiendo permiso, viendo si ella lo deseaba como yo. Abrió sus ojos y partió sus labios. Nuestras frentes se tocaron, me apoye en ella, disfrutando el mezclar su respiración con la mía. Entonces, quite la distancia y pose suavemente mis labios sobre los de ella. Al principio, ella no me devolvió mi beso, así que comencé a separarme, pero ella se sostuvo a mi y me volvió a jalar a sus labios.

Fue un beso muy tierno, muy cuidadoso. La sostenía con cuidado para que no cayera, y la besaba con toda la dulzura que sentía. Cuando nos separamos, nos miramos por lo que parecieron horas. No eran necesarias las palabras, solo el profundo sentimiento que corría entre nosotras. La deje en su cama y la arrope. Mi promesa seguía en pie, le daría su libertad porque la merecía. Porque la amo mas de lo que la deseo.

La Bella y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora