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Jaemin estaba triste.

Sus padres no le permitían (por el momento) jugar o dormir con Renjun, aunque esto último estaba bastante exagerado por el menor, puesto que ni siquiera había llegado la primera noche del "castigo" del gato. El pequeño no lo comprendía, ¿Qué tenía de malo devolver la comida? Él lo había hecho varias veces y, si bien sus padres se quejaban un poco, no dejaban su cama afuera para que tuviera que dormirse allí, realmente no entendía, pero lucharía con tal de que su preciado amigo pase una linda noche como todas las demás.



El felino de la casa estaba atónito ¿Qué iba a hacer ahora? ChenLe había vomitado la comida en su suelo y había huido como un cobarde hacia su respectivo hogar.

- Y ahora van a regañarme a mí

Soltó un pequeño bufido, estaba molesto, consigo mismo y con la mascota de los vecinos, él sabía que no debía hacer que el gato de los Zhong pase, menos siendo consiente de que desde hace días el menor tenía un pequeño malestar estomacal, pero, ¡joder! Lele debía responsabilizarse también, sólo el minino ajeno comía demás siendo consciente de que no estaba del todo bien.

Por otro lado, sus dueños no le preocupaban tanto, no eran personas malas y sabía que no iban a cometer una barbaridad como dejarlo sin comer o dejarlo afuera para siempre ¿O si?...



- Mamá~ Por favor, deja entrar a Junnie~ a él no le gusta dormir afuera, allá está feo y va a pasar frío...

A cada rato el pequeño le pedía a su madre que cambiara de opinión, él tenía miedo, ¿Qué tal si alguien se llevaba a su gatito? ¿Y si moría congelado? ¿Y si un oso gigante se lo comía?

- Jaemin ya te lo dije muchas veces, Renjun no va a dormir afuera, sacamos su cama porque necesita airearse, y él debe estar afuera durante el día, para que no vuelva a vomitar aquí, más tarde entrará, pero- ¡Mi niño no llores! ¡El gato dormirá adentro! Lo llevaré al veterinario más tarde, ¿Acompañame si?

Dicho esto, la mujer se separó de su hijo, depositó un beso en su frente y se fue a pedir un turno en la veterinaria.

Desde la ventana el minino observó como su dueño era abrazado y consolado por su madre, puesto que se había largado a llorar al imaginar a su lindo gatito yendo a buscar un nuevo dueño que no le dejase afuera.

El felino no pudo evitar sentirse un poquito mal, no le gustaba ver a su pequeño llorar, pero tampoco era su culpa, él nisiquiera había vomitado, sus dueños eran unos exagerados de primera, eso era todo.

- Maldito Chenle

Pensó el gato mientras corría hacia su puertita, ingresando al hogar y subiendo al regazo de su niño, quien secaba sus lagrimitas con las mangas de su buzo.

- Renjunnie~ No me dejes... p-por favor... T-te daré mucha comida y- y mucho amor, p-pero no te vayas...

Habló el humano llevando sus pequeñas manitos a la cabeza del animal, dejando caricias en esta.

En respuesta, el gato soltó un pequeño maullido en forma de negación y ladeó la cabeza, acercándose aún más a el niño en busca de más caricias

- Jamás lo haré Nana

Fue lo que Renjun quiso transmitirle en ese maullido, él nunca abandonaría a su dueño, no sería capaz de cambiarlo, porque Jaemin no sólo era su humano, Jaemin era su todo.
Estaba seguro de que no podría ser feliz si no tenía a su dulce pequeño haciéndole cariñitos, dándole de comer parte de su comida, sabiendo aún que sus padres lo regañarían luego.

Puede que Renjun sea un gato gruñon, un gato que está comiendo cada vez que se le presenta la oportunidad, un gato que se escapa a la casa de los vecinos con tal de poder dormir un rato más. Puede que jugar con su niño a los disfraces, a los caballeros y demás no eran su cosa favorita, pero estaba junto a su Jaemin, en su hogar. Con su dueño, su persona que, por más berrinchuda y llorona que sea, era su persona y lo amaba, porque el felino tenía un amor gigante por el niño de mejillas regordetas y sonrisa radiante, Jaemin.






Hungry cat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora