Cuatro

73 3 2
                                    

-¡Despierta!- Se oyen golpes fuertes en la puerta y abro los ojos. Estoy recargada sobre James en la misma posición en que nos quedamos y cubierta por una manta.- Vamos chico, despierta ya, tenemos que desayunar antes de llegar al Capitolio.

-James, James...- Me arrodillo y muevo un poco su hombro.- Despierta...- Comienza a abrir los ojos, me levanto y dejo la manta sobre la cama. Voy directo a la puerta y veo que la ventanilla está cerrada, la abro. Y al abrirla, mis rodillas flaquean y desvanezco por la sorpresa.

-Wimmer...-Mi labios a penas y se mueven. Vuelvo a balbucear su nombre. Intento abrir los ojos y veo la sombra de tres cuerpos sobre el mío. Uno es James, el otro es Fay. Y el tercero es él, Wimmer Buttler. James me ofrece su mano para ayudarme pero no le presto atención y enfoco mi mirada en esa tercera persona.

De pronto mi respiración comenzó a agitarse y un nudo se iba formando en mi garganta. Me siento poco a poco y recargo todo mi peso en mis brazos. Pero parece que éstos tampoco van a soportarlo. A punto de caer él pronuncia mi nombre.

-Milla.- Y extiende su mano para ayudarme. Todo mi cuerpo explota con un grito. Avanzo hacia atrás para no estar cerca de él y comienzo a llorar desesperadamente. Los tres me miran asombrados y Wimmer es el único que avanza hacia mí.

-¡No me toques!- Me muevo un poco hacia atrás y Fay y James se ponen totalmente de pie. James mira a Wimmer tratando de ver algo más y Fay me mira con extrema compasión.

-Pobrecilla. Así se ponen siempre. Supongo que es el síntoma del segundo día.- Suspira.- Cuando se dan cuenta de que probablemente no volveran a casa.- Sonríe con melancolía y entonces James voltea a verla con incredulidad. Cuando Fay repara en su mirada voltea hacia él y habla como si yo no estuviera en el suelo a punto de un ataque de nervios.- Bien, creo que debemos trabajar con lo que se tiene. Vamos, niño, no queremos que llegues desnutrido al Capitolio.- Lo toma por los hombros y lo saca fuera de la habitación.

Wimmer voltea para rectificar que se hayan ido y se dirige a la puerta para cerrarla.

-Milla ¿por qué estás aquí?- Pregunta más a una fuerza divina que a mi y su voz se oye entrecortada. Eso hace que de mi boca salga un gemido. Lloro de nuevo y trato de moverme más hacia atrás hasta que choco con la pared. Cubro mis oidos con mis manos y oculto mi cabeza entre mis rodillas. A pesar de eso puedo notar cómo se acerca lentamente a mi y como baja su cuerpo hasta quedar incado frente a mi.- Milla.- No repondo y aprieto más fuerte mis manos contra mis oídos.- Milla. Por favor, voltea.- Niego con la cabeza y más lágrimas salen de mis ojos, ¿cómo es posible que aún queden lágrimas?- Milla, Milla, por favor. -Su voz suena aún más fuerte y siento sus manos sobre las mías tratando de alejarlas de mis oídos. -Milla, mírame, estoy aquí. Por favor.- Por fin logra separar mis manos y entonces toma mi rostro par hacer que yo lo mire. Justa su frente junto a la mía y yo, con los ojos cerrados, puedo sentir su aroma.

Sin pensarlo dos veces me lanzo a sus brazos y dejo correr un río de lágrimas mientras el me abraza y susurra cosas que no soy capaz de entender.

Luego de un momento cuando ya no quedan lágrimas una sonrisa se forma en mi boca y comienzo a reir suavemente. Me separo de él y le hablo enojada pero la sonrisa no se borra.

-Te odio.- Coloco mis manos en su rostro y luego le doy un golpesito en el pecho con cada palabra que digo.-Yo... creí-que-habías-muerto.- Volteo a verlo y sonrío por poder volver a verlo..- Me dijeron que estabas muerto, ni siquiera sabía que habías ido a los Juegos y....- Los recerdos hacen que vuelvan a salir lágrimas..-... y ahora apareces aquí, como si nada. ¡¿Pero que demonios pasa por tu cabeza Wimmer?!- Me levanto cuando él se acerca para volver a abrazarme y lo empujo con todas mis fuerzas. En este momento mis sentimientos son tan suceptibles que ahora me encuentro realmente enojada con él.

-Milla, Milla, tranquilízate, por favor, te lo explicaré todo- Me toma por los hombros y me sienta en la cama. Más lágrimas y luego una sonrisa. Asiento con la cabeza pues ya no soy capaz de formar más palabras.

-Sí, lo sé, siempre pensé en eso. Fui a los Juegos y... gané. Yo no quería ser un Vencedor, yo quería mi vida de vuelta, solo... quería ser normal, dentro de lo que cabe, claro.

<<Hice un trato con el Capitolio, fingiría mi muerte antes del tour de la Victoria y viviría en mi distrito como cualquier persona normal. Lo único que tendría qué hacer sería ser mentor cada año hasta que hubiera otro ganador y no decirle a nadie que seguía vivo. Solo unas pocas personas lo sabían, personas de confianza para el Capitolio. Yo... se lo conté a mi madre y... la mataron.

<<He vivido de incógnito, por eso no pude decirte nada, por eso no podían saber quien era su mentor. Y ahora que sé que seré mentor tuyo, haré todo lo posible para que vuelvas con vida ¿de acuerdo?- Mientras me lo explica él empieza a llorar-Entonces... ¿quedo perdonado?- Esto me hace soltar una pequeña carcajada.

-Pero claro que sí, ven acá mi pequeño genio.- Estiro mis brazos hacia él y comienzo a llorar pero ahora de alegría, él me junta más y acaricia mi cabello.

Wimmer Butler era un chico prodigio muy inteligente, había empezado a dar clases en la escuela, en la que yo estuve, a los 15 años. Él pensaba como yo y me enseño muchas cosas antes de que me cambiara de escuela. Era algo así como mi confidente, incluso un año después de irme de esa escuela le conté sobre James.

Hace dos años tuve una grave enfermedad y estuve en cama durante un tiempo, no pude ver los juegos ni asistir a la cosecha ese año, sané después de 1 mes y medio, durante ese tiempo estuve casi siempre drogada con anestésicos para el dolor. Tiempo después me enteré de que Wimmer había sido seleccionado a sus 18 años para ir a la 76° entrega de los juegos, que había ganado y que una enfermedad que venía arrastrando desde que estuvo en la arena lo había matado justo después de haber sido sacado de ahí.

Siempre tuve la vaga esperanza de que de un momento a otro llegaría y me abrazaría diciendo que todo era una broma, me hablaría sobre mil cosas que ni yo podría entender y que todo sería normal otra vez. Pero nunca llegó y ahora está aquí, abrazándome y listo para ser mi mentor.

-Milla... Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para que vivas. No dejaré que nada te pase- Se separa un poco de mi y me limpia las lágrimas de los ojos.- Ahora creo que deberías darte una ducha y desayunar. Igual creo que comer bien te ayudará a estar fuerte en la arena.

-Ok...- Digo con dificultad pues después de un mar de emociones, reponerse no es tan fácil. Su mano sigue en mi rostro, tomo su muñeca y asiento con la cabeza. Él asiente también y besa mi frente. Se levanta y casi puedo sentir en el corazón como si me hubieran dicho de nuevo que había muerto. Lo veo salir y cerrar la puerta.

Y que empiecen los Juegos del Hambre.

<<Gracias, por leer a los que leen, jaja. Espero que les guste. ¿Qué opinan de este nuevo cambio en la historia? Comenten, voten, síganme. Muchas gracias!! También pueden seguirme en Pinterest.

¡¡¡¡¡Feliz Navidad!!!!!>>

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 13, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

I'm not the MokingjayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora