Tres

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Crecí con la idea de que dejaban que te llevaras tus cosas, incluso tenía preparado algo. Pero parece que no. Después de salir del Edificio de Justicia vamos en un carro a la estación de tren y de ahí directo hacia el Capitolio.

No he tenido oportunidad de hablar con James. Mientras íbamos en el carro a Fay se le ocurrió la grandiosa idea de sentarse justo en medio de los dos. Él estuvo todo el camino con la cabeza recargada en el cristal del vidrio mientras yo le lanzaba continuamente miradas de añoranza, y claro, estaba Fay con su continuo discurso sobre lo bien que estaríamos en nuestra pequeña estancia en el Capitolio.

Llegando al tren Fay nos indicó dónde estarían nuestros dormitorios, ya que el viaje es largo, y que después vendría nuestro mentor a hablar con nosotros, ni siquiera sé quien es nuestro mentor, hasta donde yo sé, no hay ningún vencedor en el distrito, al menos ninguno vivo. Un antiguo maestro mío murió recién saliendo de los juegos, después de haber ganado…

                 James se fue directo a su habitación, parece que se está vengando por lo de hace rato.

         Me voy a mi cuarto, hay una cama grande, parece moderna y tiene un pequeño buró al lado y una ventana por donde puedo ver el paisaje, solo que ahora está un poco oscuro porque está anocheciendo. Parece ser que yo estoy en un extremo del tren y James en el otro, yo estoy en el último vagón.

Quiero hablar con él, necesito hablar con él. Así que espero a que llegue la noche y todos duerman. Salgo con la bata más sencilla que pude encontrar, de seda blanca, y de bajo de ella uno de los tantos pijamas que había a en mi cuarto, también parece ser el más sencillo, un pequeño short de algodón y una playera de tirantes que le hacía juego. En casa tenía que ser feliz si tenía un camisón de manta que no estuviera tan gastado.

       Paso por un vagón donde hay una pequeña sala; un vagón con comedor, que es al primero que entramos; el vagón de la cocina; y luego está lo que parece ser el vagón de Fay, está la televisión encendida con un programa de entrevistas del Capitolio, esto se ve desde una pequeña ventanilla que tiene la puerta; luego está el vagón que creo que es de mi mentor, ni siquiera sé quién es, pero dejó la puerta abierta y parece estar sufriendo en pesadillas; y, ahora me enfrento a lo peor, el vagón de James.

         No tengo ni la más mínima de qué le voy a decir, además no puedo irrumpir así en su habitación. Me asomo por la ventana y parece estar dormido, acerco un poco mi mano al cerrojo de la puerta y otra vez me toma de sorpresa cuando él la abre por el otro lado.

Doy un pequeño paso hacia atrás y de repente él sale de su cuarto con un vaso en la mano. Sale atropelladamente y chocamos uno con el otro, es más alto que yo al menos por unos 20 centímetros, su cuerpo es muy cálido. Me detiene y tira el vaso que llevaba en la mano, me toma de los hombros antes de caer.

-¿Estás bien? Parece que esto se está volviendo una costumbre ¿no?

-Jaja, sí, eso creo- Agarra la manta que lleva encima y levanta el vaso, entra un poco a su cuarto y deja ambas cosas

-Y… ¿puedo saber a qué venías, a esta hora?- Lo dice desde dentro de la habitación y sale a cerrar la puerta. Quedamos frente a frente en el pasillo.

-Yo, eh… pues yo, estaba buscando la cocina. Veras, no he comido y… buscaba la… cocina, sí.- No me había dado cuenta de esto hasta ahora, pero sí que tengo hambre, no he comido desde ayer por la tarde.

-Bien- Y su encantadora sonrisa se vuelve a formar en sus labios- Bien, porque… yo también iba hacia allá. Pero si ya llegaste hacia acá, temo decirte que debiste de haber pasado la cocina hace ya un poco.

I'm not the MokingjayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora