Capítulo 1.- Un día diferente

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La mañana de aquel día no era diferente, al menos eso parecía para el puerto de Cynfor, un pequeño poblado al este de Irlanda,en un país con muchas lluvias;  mientras el sol no aparecía gracias al nublado cielo del norte; una espesa neblina recorría las extensas costas irlandesas del pequeño y abandonado puerto europeo, las olas rompían pasivamente en la bahía mientras una helada brisa caía en el casi incomunicado pueblo de aquel lugar. Era una mañana medio lluviosa y fría, los relojes de la iglesia y la plaza, casi marcaban las nueve de la mañana. 

Nadie trabajaba en Cynfor aquel día húmedo, solo algunos pescadores, que zarpaban de la bahía para perderse en la densa neblina que cubría el horizonte marino. 
¡Rosaleen! ¿Dónde estás?, señor Ruadh, gracias a Dios que lo veo—Gritaba fatigado Tarmon mientras llegaba corriendo a él. 
¡Cálmate muchacho, dime, ¿qué ha pasado? —Preguntaba con mirada de preocupación 
Rosaleen….no la hemos encontrado desde anoche—Contestaba mientras recobraba el aliento al correr

Llevo aquí desde las 6 de la mañana para ir a pescar hijo, y tampoco la he visto pasar por aquí—Dijo el señor Ruadh—Búscala en el granero, tal vez ahí al encuentres


Algo terrible había pasado aquella mañana en Cynfor, Rosaleen, había desaparecido, o más bien huido de aquel lugar mientras el pueblo no sabía de su paradero. Tarmon, vecino y mejor amigo de Rosaleen, había estado buscándola después de haber encontrado una carta escrita por ella en la puerta de su casa, donde decía que ya no soportaba estar en su propia realidad; y aunque no decía que se suicidaría, tenía sus razones porque hacerlo después de lo que había pasado.

De repente Tarmon recordó el lugar donde ella seguramente estaría, en las ruinas del fuerte de Cynfor, una estructura enorme y abandonada, con grandes pasillos y ventanas; estaba viejo y con árboles crecido sobre algunos muros, y por supuesto, era  un  lugar alto con cercanía al mar, perfecto para los gustos de Rosaleen; ahí  era donde siempre iban ellos y sus amigos como un tipo de “Escondite secreto”, pero para ellos era algo más especial. El fuerte había sido construido en 1742 para defender a Irlanda de los ataques de los peligrosos franceses pero fue abandonado en 1893, después de que ya no se consideraran peligrosos, al menos en comparación cuando los nazis que se extendieron por toda Europa en la guerra pasada.

Al llegar Tarmon se asustó delo que estaba viendo.

Rosaleen, por favor no lo hagas, sé que esta no es la forma de solucionar los problemas—Dijo nervioso, acercándose lentamente a ella

No te acerques, o salto Tarmon—Le dijo Rosaleen mirándolo a los ojos

Vamos Rosaleen, yo sé que te duele, pero por favor date una oportunidad más, ¿no lo crees? —Dijo nervioso mientras pensaba en como bajarla de ahí

Dime….dime como regresar el tiempo y tal vez lo piense—Dijo mirando el mar debajo del acantilado muy nerviosa

En esos momentos Tarmon sentía que su cuerpo empezaba a sentir un hormigueo  que le recorría el cuerpo, mientras se le entumecían los pies ya que no podía contestarle, pues regresar el tiempo era algo imposible, sabía que había sufrido mucho, y como si fuera poco también había disfrutado de esos buenos tiempos, no obstante Rosaleen si estaba dispuesta a saltar a aquel acantilado, que seguramente le costaría la vida ante las rocas y el mar abravecido, y lo peor de todo es que el viento sopaba con fuerza extrema.

¿Sabes Tarmon? —Dijo mientras miraba el cielo nublado de aquel día—Pensé que el vendría, pero no lo hizo.

Sé lo triste que estas, pero no puedes dejar las cosas así nada más—Dijo con cara de nerviosismo

Te conté que lo haría, y tu mejor que nadie los sabes—Dijo mientras se asomaba cada vez más al acantilado

En un instante Tarmon lo vio claro, Rosaleen estaba decidida a aventarse, mientras tanto el señor Ruadh pasaba por ahí pescando en su pequeño navío, Tarmon no dudo en pedirle ayuda y empezó hacer señas y a gritar para llamar su atención; al mismo tiempo que el señor Ruadh y su flota se daban cuenta de lo que estaba pasando.

¡Rosaleen, detente, iremos por ti, no hagas una barbarie! —Gritó El señor Ruadh mientras se acercaban lo más pronto posible a la costa donde estaban aquellas ruinas.

Sin más que pensar, Tarmon sabía que ese amorío había marcado la vida Rosaleen de tal manera para que  una chica como ella se atreviera a matarse; aunque todo había empezado 5  años antes en el aquel mismo pequeño puerto de Cynfor. 

"Llévame contigo, que yo también quiero ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora