CAPÍTULO 3

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Durante el resto del recorrido de la planta sólo pudo centrarse en ver a Emy solucionar sea cual fuera el problema que tenía. Definitivamente esa mujer estaba logrando colocar su mundo del revés en muy pocos días. Luego de eso Andrés lo llevó a conocer el resto del pueblo y se enteró que su antepasado, Raphaelo Acosta, había sido el fundador del pueblo y que prácticamente la mitad de éstas tierras les pertenecía.

Llegaron tarde al Rancho Acosta. Los demás primos Acosta ya se encontraban cenando y no tenían una buena expresión en sus caras.

—¿Emy no va a cenar? -preguntó Andrés sentándose a la mesa.

-No llegará esta noche -respondió entre dientes, Joel, un joven delgado pero fuerte, de cabellos y ojos castaños. Se encargaba del área de control de calidad y producción del Rancho.

-¿Cómo?

-El problema del tanque le llevará al menos dos días -intervino Samuel, hermano menor de Andrés. Era igual de fuerte que éste, con el cabello castaño claro como su amigo, ojos claros y cejas caídas. Se encargaba de la tecnología y seguridad del Rancho.

-Tranquilo primo -dijo Daniel-. Mili se quedará con ella.

Andrés gruñó. -Se me quitó el apetito -echó su plato a un lado y se retiró de la mesa.

Ben lo miró sin entender. En todo el tiempo que llevaba de conocerlo, a pesar se saber cuan protector era con los que ama, nunca lo había visto en esa actitud.

-Siempre es lo mismo cuando ella se queda fuera -Daren, su hermano más joven, intentó explicar.

-¿En serio? No me lo esperaba

-Sí. Aún no se perdona a sí mismo, aunque todos sabemos que no tuvo la culpa.

-Daren... -lo reprendió Daniel.

-¿Qué? Pensé que por ser su mejor amigo ya lo sabría.

-Por eso es que no lo sabe -espetó Samuel.

-Ya basta -profirió Joel golpeando la mesa-. Han dicho suficiente, ¿no creen?

-Nunca quisimos hacerte sentir mal -se disculpó Daniel con Ben.

-No hay problema. Los entiendo -pero realmente no los entendía. ¿Qué era lo que ocultaban todos?

***

Tres días. Tres días habían pasado sin ver a su chica salvaje. De pronto sintió que su corazón se oprimía de saber que tenía tanto tiempo de no verla y se sorprendió por esa reacción tan poco usual en él.

¿Qué le sucedía con ella? Le llamaba su chica cuando él no tenía ese tipo de compromiso. Deseaba tanto buscarla para verla aunque sea un rato cuando eran las mujeres quienes se tiraban a sus pies y lo perseguían con tal de estar con él. ¡Demonios! Se desconocía a sí mismo.

Percibió cómo Andrés tomaba a Emy por la cintura y la levantaba por los aires como si fuera una muñeca, se acercó para verla mejor.

-¿A dónde crees que vas? -escuchó a su amigo preguntar.

-A trabajar con el caballo egipcio -la voz e ella se oyó dulce.

-Trabajar mis pelotas. Usted y yo tenemos que hablar señorita.

-Vamos Andrés. Si piensas decirme lo mismo de siempre cada vez que me quedo por fuera, estás perdiendo tu tiempo. Lo sabes.

-¡Demonios, Emy! Sabes que intento protegerte -casi gruñó.

-Pues no lo intentes -su amigo se enojó tanto que estaba rojo.

-Es mi deber -gritó frustrado por la terquedad de ella.

-Ya. No. Soy. Una. Niña. ¡Entiende! -le devolvió el grito.

-Tampoco eres una MUJER.

Hubo un silencio total.

-Eres un imbécil -musitó, lo empujó con fuerza.

Notó que Emy caminaba decidida hacia él asombrándolo. Ninguna mujer se le había acercado con tanto ardor y seguridad. Lo agarró de la corbata, lo haló y lo besó.

Él sintió la inseguridad, la inexperiencia y el temblor de sus labios y lo enloqueció. La atrajo a su cuerpo profundizando el beso, invadiendo su boca con su lengua. Sus labios era suaves. Dulces, inocentes. Soltó un gemido suave que casi lo hace perder el control.

Se separó de ella sosteniéndola aún contra su cuerpo para evitar que cayera. Vio cómo recobraba el control de su cuerpo rápidamente y se giraba a ver a su amigo que ya se aproximaba a paso ligero, él se apartó.

-¿Aún piensas que soy una niña? -lo empuja y va directo a los establos.

-¡Emy! -gritó Andrés, Ben lo detuvo.

-Te pasaste. No debiste hablarle así.

-Y tú no debiste besarla -se gira encarándolo.

-Es una mujer. Tienes que empezar a verla como tal.

-Ya es suficiente con que tú lo hagas. Pero te advierto que te quiero lejos de ella.

Lo vio dirigirse a los corrales de los caballos salvajes.

-¿Dónde está el caballo egipcio que se debe domar?

-Pero patrón. Sabe que ese trabajo le corresponde a la señorita -protestó, Max, un joven fornido que se encargaba de ayudar a Emy en la doma de caballos.

-He dicho: dónde está..

Benjamín negó con la cabeza. Muy a su pesar, su amigo expondría su vida por la frustración que ganó con la discusión que tuvo con Emy. Sin embargo, no debía de serle muy difícil, ¿no? Después de todo era campeón de rodeos.

***

Emy descendió del andaluz y se acercó al lago. Caminó de un lado a otro. Estaba enojada.

-Maldito Andrés por mancillar mi autoestima y yo por dejarme -pateó una piedra, miró fijamente el lago-. Maldito por empujarme a los brazos de Ben -fue quitándose la ropa-. Y maldito Ben por estar en el lugar y momento equivocado -se lanzó de cabeza al agua.

Emergió en el centro del lago tomando una bocanada de aire para llenar sus pulmones que pedían a grito salvación. Se tiró de espaldas flotando, mirando el claro cielo que se abría entre las ramas de los árboles que lo rodeaban. Soltó aire liberando un poco de tensión de sus músculos.

-Estúpida de mí por dejar que esas cosas me afecten. Las palabras de Andrés... el beso de Ben... -se llevó una mano a los labios, los acarició.

Golpeó el agua. Maldito beso que no puedo sacar de mi cabeza -pensó-. Y esos brazos que me hicieron sentir.... Giró y gruñó mientras se dirigía a la orilla.

Se acostó en la hierba y cerró los ojos un rato.

Suspiró sintiéndose más tranquila. Ya podía enfrentarse a cualquiera. Se vistió y montó en el caballo, decidió regresar.

Al llegar vio a Daniel y a Ben llevar a Andrés a la camioneta. Se acercó a Joel que estaba con Max mientras le entregaba a éste el andaluz. -¿Y ahora que le pasó? -miró la escena con las manos en las caderas.

-Nada -notó el sarcasmo en su voz-. Sólo que el tonto quiso adiestrar a la bestia egipcia esa y terminó con el hombro dislocado... Ahora sí que no podrá regresar a los rodeos...

-¿Qué, se hizo mucho daño? -no podía dejar de preocuparse de su primo.

-Sólo en el hombro y en el ego -resopló Joel.

Daniel desvió la mirada de la mano delicada que se extendía delante de él y observó a una Emy con mirada divertida y preocupada al tiempo y con una media sonrisa que le decía que lo haría pagar el mal rato que le hizo pasar minutos antes. Sin protestar le entregó la llaves de la camioneta y le ofreció un guiño que ella le contestó con otro.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2020 ⏰

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