Cielo negro, paredes negras, personas en negro, silencio negro. Todo negro.
Kim Seokjin fue consciente de aquel infortunio hecho en cuanto sus ojos vislumbraron por primera vez al crudo mundo al que, a partir de ese minuto, sin quejas debía aceptar que pertenecería hasta dar su último aliento. Con el pasar del tiempo, solían creer que esa manera de ver su rededor eran tontas fantasías sin sentido dentro de su mente de niño pueril, o quizá de niño travieso, que maximizaba el lado negativo de la vida, con capricho en un vago intento de buscar, también, formas de llamar la atención. Sin embargo, años más tarde nada de eso cambió... o si lo hizo fue para mal, discerniendo dentro la misma complejidad.
El negro que ahora veía era lo suficientemente negativo como para considerarse deprimente. Sus duros pensamientos respecto a ello se vieron todavía más incrementados al verse influenciado por la mirada juzgadora de la multitud, obligándolo a alzar el mentón cada mañana con austeridad, fingiendo indiferencia a pesar de que en el fondo sabía bien que cargar con sus tormentos era algo sumamente agotador y estresante. Dolía tener que estar aguantando el día a día de una miserable existencia que él no pidió, que jamás disfrutó. Aún más si ello significaba que debía acostumbrarse a la desoladora gama de triste monocromía que circundaba en su vida desde que aquella le dio una mordaz bienvenida.
¿Por qué veía todo tan oscuro?
La pregunta le molestaba, y no sólo porque sonaba bastante irónico si tomábamos en cuenta que ahora Seokjin era un destacado pintor dentro de la industria del arte. Le disgustaba debido a que la mayor parte de su vida había querido descifrar el enigmático misterio, pero nunca había encontrado respuestas. O tal vez, sólo rehuía de ellas, porque las que parecían acercarse, le eran carente de lógica.
¿Pero qué era lógica en Seokjin? ¿De verdad era un genuino pintor con ese tipo de pensamientos?
Al menos él creía que se había vuelto loco. Por la misma razón, años atrás y tomándose por demente, como un desequilibrado joven que no es consecuente de sus acciones, optó por agarrar sus cosas sin decirle a nadie y mandarse a cambiar de la casa de sus padres a un sitio apartado en cuanto tuvo la oportunidad de hacerlo. Se fugó a una ciudad cercana, abrió un pequeño taller de arte, y permaneció allí en medio de pinceles y soledad.
Para él estaba bien. Estaba bien, porque el desamparo era lo que merecía, después de todo.¿Por qué debería de ser feliz? Si el mundo que lo rodeó jamás fue afable o cortés con él, así que, ¿por qué ahora sí tenía que serlo? Cabe destacar que, aunque nació en una familia con poder, con una economía bastante agraciada; creció en el seno del odio, donde los juicios maliciosos hacia su persona, la envidia y ambición se desbordaban con fogosidad como bien lo haría un embalse a punto de colapsar.
Además, más tarde, e incorporado ya en el campo estudiantil, se desarrolló en un círculo social prejuicioso, lleno de comentarios destructivos, donde probablemente el "tienes un rostro demasiado delicado para ser chico" era lo más sutil que podían haberle dicho a lo largo de su vida.Lo único misericordioso que le sucedió finalmente en su trayecto fue, alejado de todas esas opiniones unánimes, lograr desenvolverse en lo que su corazón más apasionaba. La pintura era lo único que apasionaba, en realidad.
No obstante, cualquiera que lo viera tras toda su fachada de artista excepcional, diría que era una vil mentira.Y en eso, estaba de acuerdo (y es que Seokjin parecía siempre estar a favor de las críticas, aunque si alguien se las hacía saber de frente, comúnmente las reclamaba con ímpetu), ya que ni siquiera le gustaban las más bellas de sus creaciones. Entonces, ¿cómo podría ser un ejemplo a seguir, un honrado pintor, un excelso dios de su trabajo... si lo detestaba?
A la edad de veintisiete años, Kim Seokjin tenía su vida tan bien como resuelta, tan mal como fallida. Contradictoria, pero verídica. Porque, si bien, las extraordinarias obras maestras que pintó lo habían hecho llegar a la cima en que hoy en día se encontraba, era su forma de ver el mundo y así mismo lo que le hacía decaer como si nada de aquello hubiese valido la pena.
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Stray Colors (NamJin OS)
Roman d'amourUn joven pintor reacio a lo desconocido, debe enfrentarse a un sosegado amateur de las artes; despertando emociones, encontrando colores... Inspirada en Epiphany, BTS. No copias ni adaptaciones.