Gustav.

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Siempre fuiste una piedra en mi zapato.

"Mi nieto es todo un prodigio, no puedo decir lo mismo de tí hijo."

Mi padre me entrenaba arduamente desde que era un adolescente para poder triunfar en el mundo de la música, las lecciones que me daba me llevaban meses en perfeccionar.

Pero tú siempre lo lograbas rápido.

"Gustav, podrías aprender una o dos cosas de tu hijo."

Maldecí el día en que comenzaste a tocar los acordes del violín como si fuera tan fácil como hacerse un sándwich.

El día en que murió mi padre fué el día más grande de mi vida, después de todo esperaba heredar toda su fortuna luego de dedicarle mi vida a él.

Pero fué el colmo.

Mi fortuna irá dirigida a Sebastian Shvagenbagen para que pueda pulir a la perfección sus habilidades musicales.

Desde entonces me dije, ¿Mi propio hijo quiere humillarme? Ese testamento fué leído en voz alta en frente de toda la familia.

Disfruté cada minuto que te equivocabas, imaginaba el rostro de mi padre reflejado en el tuyo.

Tenía que cumplir con el testamento, si no lo hacía sería una completa humillación para la familia así que te libré de toda distracción posible que no fuera sobre música, hasta tu madre no podía interrumpir en tus lecciones.

Tenía que hacerte grande, y como todo grande tenías que probar el sufrimiento primero.

- ¡Brazo!.- Era la única manera para que aprendieras.

Cuando Lydia me dijo que habías perdido contra un vagabundo, no lo podía creer, todo el tiempo, dinero y dedicación que te había dado tú sólo lo estabas tirando a la basura.

Por qué para ti era divertido verme sufrir, ¿Verdad?

Hacer lo que quisieras, después de todo siempre me mirabas con esa sonrisa arrogante.

¡Eres un malagradecido!

Para colmo, te mezclabas con la clase baja, ¡te encanta que los vecinos hablen a nuestras espaldas!

Eso no lo podía permitir.

- Vacía tus bolsillos.- Detestaba que la basura entrara a la casa.

- ¡Brazo!.- Con cada golpe escuchaba una risa que provenía de tí.

De tí y de mi padre.

Las palabras de mi padre me torturaban por las noches en mis pesadillas, en cada momento mi hijo me perseguía y me tiraba en un abismo, me despertaba a veces sudoroso y con el ritmo cardíaco alto.

No lo permitiría, no en mi casa.

Aquel día se me fueron las copas, tú te distragiste con ese vagabundo en el parque, lo sé muy bien, y aunque te quejabas por el dolor en tu muñeca mi mente me mostraba una sonrisa arrogante en tu rostro, cómo si pidieras cada vez más.

Cómo si te gustara mi desesperación.

Tu madre intentó detenerme pero es más inútil que tú y todo lo que hace es llorar en una esquina.

Pero por un momento al escucharte decir aquellas palabras.

"Estudiaré música el verano entero"

Me hizo reaccionar y ver toda la sangre que caía al suelo, me fui rápido a mi habitación para volver a tener la compostura.

Me dije, ¡es un niño por todos los cielos!

Pero en realidad no creía eso, eras más después de todo para mí padre, tú eres su prodigio, su orgullo, su todo.

Y yo sólo tenía suerte de haber nacido para darte vida a tí.

Esos ojos, esa sonrisa, ese talento todo lo que yo no tenía.

Esa estúpida sonrisa.

Y me la mostrabas los días siguientes en cada momento del día, cómo si tú fueras más que yo.

¡Nadie es más que Gustav Shvagenbagen!

Pero cuando te estaba reprendiendo, tú realmente no quitaste esa extraña sonrisa perturbadora de tu cara.

Por primera vez me sentí verdaderamente intimidado por tí, pero ví que eres demasiado débil al tomar la regla, tu error fué dármela como si la necesitara.

Tú me estabas diciendo que eras más fuerte que yo.

Hasta lograste poner a tu hermana contra mí.

¡Todos en esta casa me respetarán a mí y no a tí!

¡Porque yo soy tu padre y dirijo esta familia!

Cada palabra que leía de ese diario me mostraba todo el odio y la rabia que me tenías, realmente querías hacerme daño, por otro lado estos acordes dibujados eran pura basura, juntarte con esas personas sólo te metía ideas erróneas e inapropiadas en la cabeza.

Rompí esa maqueta echa de desperdicios y ordené que la tiraran a la basura.

Estaba molesto y lo que hice fué darle una lección a tu hermana, por mentirme a mí, a tu madre y permitir que te fueras a otro lugar descuidando tus estudios.

Pero te esperé con ansias en la puerta junto con tu querida hermana.

Traté de buscar una solución a tu comportamiento, el doctor Hans y sus métodos para controlar la mente de los demás, fué la opción más viable en ese momento.

Te hice elegir, la grandeza o la basura.

Pero te burlaste de mí por última vez dejándome en ridículo mientras te ibas, me desquité como nunca gritándole a los cuatro vientos, aunque los vecinos nos observaban no me importaba.

Al entrar le dejé muy en claro a todos que tú no podías poner un pie dentro de esta casa, no me importaba si volvías implorando clemencia, tú ya habías elegido.

Pero al final nunca volviste.

Tu madre enfermó, siempre te esperó Sebastian.

Puede que alguna vez te esperé en la  recámara mientras observaba por la ventana.

Preocupado en qué clase de hombre te convertiste.

Me hacía más viejo, la fortuna era mía por fin pero me sentía un fracaso, porque nunca pude llevarte a la grandeza como lo quería mi padre.

Fracasé.

En mis últimos días, preparaba mi testamento, todo se lo dejaría a Lydia.

Pero recordé que Rowd había guardado la maqueta que habías hecho a petición de tu madre.

Quería hacerte saber que no me derrotaste y que por más que lo intentes yo me reiría de tí, hasta cuando me entierren, con este presente para tí te haré sentir que no vales nada, así como tú me hiciste sentir todos estos años.

Espero que funcione.

Sebastian [Metal Family]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora