—Escucha. Dulzura—. Su pie da vuelta mi cuerpo, apenas soy capaz de abrir los ojos debido al dolor de aquella acción, me encontraba débil y paralizada. Cada articulación parece gritar de dolor a medida que me voltea para verlo, solo soy capaz de percibir una imagen borrosa del lado derecho de su rostro que, gracias a la luz de la luna, adquiría un aspecto siniestro.
Un chillido apenas audible sale entre mis labios, estaba segura que me había roto el brazo hace unas horas. El dolor agudo proveniente de aquella zona me lo confirmaba, podía verlo moverse como si ya no perteneciera a mi cuerpo.
—En unos minutos vendrá un viejo amigo—. Sonríe, el torrente de lágrimas es imposible de parar.
Va a matarte.
Él va a acabar contigo como lo acaba de hacer con tu padre y tu hermano.
—Oh no, no. No llores dulzura, a ti no te haré nada aún—. Ríe, no soy capaz siquiera de mantener los ojos abiertos, mis mejillas vuelven a empaparse e intento no ahogarme con mi propia sangre. El sabor metálico me da arcadas pero las retengo en la medida de lo posible.
Parecía disfrutar esto, regocijarse al verme intentar no vomitar y escupir mi propia sangre, las arcadas sólo pronunciaban el dolor en mi zona abdominal que anteriormente había sido el blanco de varias patadas, casi puedo sentir las costillas rotas.
Después de unos minutos de silencio, prosigue: — Como te decía, vendrá un viejo amigo —. Se acuclilla a mi altura, el pánico acelera mis pulsaciones, intento alejarme pero apenas consigo sólo mover la cabeza y causarle más diversión.— Dile a ese bastardo, cuando despiertes obviamente, que es hora de arreglar cuentas.
Y así sin más, se da la vuelta y empieza a caminar hasta la puerta de la entrada de mi casa. En el silencio, el sonido de sus grandes botas resuena sobre el piso de madera.
El portazo mezclado con el sonido de la lluvia da la voz de alerta para moverme pero no podía...
Puntos negros oscilan en mi campo de visión, intento mantenerme despierta pero parece una tarea imposible, cada vez la inconsciencia toma más terreno.
Hasta aquí llegaste.
(...)
Un pitido es percibido por mis sentidos, es como un compás constante que provoca migraña. El olor a alcohol en gel quema mis fosas nasales, intento mover mis labios, no puedo.
Mi mandíbula duele, es como si hubiera permanecido abierta durante mucho tiempo, la resequedad en mi lengua lo corrobora.
Abre los ojos Lyra.
No puedo, mis párpados se sienten demasiado pesados.
¡Despierta Lyra, debes huir!
N-no puedo... él ha acabado conmigo. Él-
—¡Necesito una enfermera! —Irrumpen un montón de pasos acelerados, mi corazón golpetea con rapidez a medida que siento una aguja en mi brazo, el picor no tarda en hacerse notar.— Debe dormir, aún no está en condiciones.
De pronto mis brazos y piernas se sienten lánguidos, es como si dejaran de formar parte de mi cuerpo. Los latidos de mi corazón vuelven a la normalidad y mis pensamientos se apagan lentamente.
(...)
Han pasado cuatro meses desde que estoy dentro de esta habitación, cuatro meses en los que no he podido hacer más que preguntarme qué haría con mi vida.
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Pistas H.S
Mystery / Thriller-911 ¿Cual es su emergencia? -... -¿Hola? -A-ayuda -Señorita, no puedo oírla bien. Necesito que- En ese momento escucha un pequeño chillido, es demasiado débil y aun así provoca que la operadora sienta un escalofrío recorrer su columna, su sangre se...