Pistas H.S

Capítulo 02

El auto suelta un chirrido debido a la rapidez con que giran las ruedas para movernos en el aparcamiento del establecimiento médico, mi cuerpo se va un poco hacia adelante y luego me re-acomodo en el asiento.

Creo ver la forma en que medio sonríe cuando pego mi espalda al asiento, no sé si fue mi imaginación o ha sucedido realmente, las comisuras de sus labios habían temblado un poco pero se mantenían firmes. Me había negado a utilizar el cinturón de seguridad y se aprovechaba de eso, parecía gustarle el joderme.

Sé que probablemente a sus ojos pareciera una chiquilla estúpida e inmadura, no se lo recriminaría puesto que me he estado comportando como tal. Nunca en mi vida lo he hecho y al parecer en el momento menos indicado han saltado mis brotes adolescentes. Quizás, de alguna forma, en mi cabeza se había formado la tonta idea de que eso le haría echarse para atrás.

Grave error.

Sé que debería estar agradecida con él puesto que está brindándome protección y un hogar mientras toda esta situación va tomando forma y puedan encontrar al hombre que me ha desgraciado la vida, pero algo en la forma en que me miraba o me hablaba no me permitía hacerlo, me trataba como si fuera un objeto, como si cuidarme fuera una situación similar a cuando olvidas ropa en la casa de un amigo y te dice "cuídala hasta que vaya nuevamente para allá ", y es claro que uno lo deja por allí sin el más mínimo interés.

Quiero pensar en que lo hace sólo porque es su trabajo cuidar la integridad física de las personas, pero hay algo más allí, en sus ojos puedo notar que esto no es sólo por lo que me había pasado, había un sentimiento de fuerte rencor e ira a quien sea que me había hecho esto. Sus intenciones no eran claras del todo.

¿Habría perdido a alguien a manos de ese diabólico ser? ¿Lo o la habrían torturado de la manera en que lo hizo conmigo? ¿Habría hecho que sintiera ganas de morir debido al dolor que le estaba provocando?

Esa última pregunta trae consigo escalofríos a mi columna, es entonces cuando observo algunos de mis dedos con vendas, las uñas ya deberían haber empezado a crecer nuevamente.

Un vago recuerdo de mí suplicando me golpea con fuerza, mi llanto y gritos desesperados mientras arrancaba uña por uña.

—Lo encontraré, deja de llorar.— Oír su voz me saca de mi ensimismamiento. Viro a su dirección, su rostro se ha contraído en una mueca de puro enojo mientras que sus manos apretaban el volante hasta provocar que estas se pusieran blancas.

Toco mi rostro y me percato de que había empezado a llorar.

Intento recomponerme, intentar volver a mi estado de chiquilla molesta aunque pasados unos minutos me es imposible, me siento enferma. Sé que sabe todo lo que me ha hecho y seguramente ha notado que miraba fijamente mis dedos antes de empezar a llorar, él sabe por qué lloro y sin embargo, no logra cambiar ese semblante de enfado constante en ningún momento, si sus ojos no demostraran algún que otro ápice de sentimientos hasta podría creer que sólo vive para molestarse con el mundo por alguna razón que desconozco.

Ni siquiera me había percatado que desde hace unos minutos no estaba conduciendo, había estacionado el auto y sólo había permanecido en silencio observándome llorar. Mirar a través de la ventana es algo entretenido, al parecer el lugar es muy tranquilo ya que se trata de un vecindario donde las casas son todas iguales, hay árboles en las veredas dejando caer sus hojas amarillas y naranjas las cuales son pisadas por varias personas que conversan contentos mientras otros pasean a sus perros.

Parece demasiado cliché.

Y quizás eso era lo que lo hacia un buen lugar para vivir, nadie se imaginaría que en un lugar como esta cuadra podría pasar algo más interesante que una pareja recibiendo una multa porque su perro haya hecho sus necesidades sobre la acera.