En menos de un mes era el cumpleaños de Akaashi.
Ya todos tenían comprado su regalo para el vice-capitán, excepto Bokuto.
Su "novio que no es su novio pero ambos se gustan y se tratan muy bien pero a pesar de que saben que se gustan no son novios oficiales y tampoco se dan besos o abrazos pero los dos saben que de alguna forma tienen una relación que no es una relación amorosa pero se sobrentiende que se aman aunque no hagan nada al respecto".
Sí, era algo difícil de explicar.
Pero el punto es que Bokuto estaba muy decidido a darle el mejor regalo de todos a su querido Akaashi. Y de hecho ya lo tenía en mente: ese peluche enorme de lechuza que vio en una juguetería cercana a Fukurodani, del cual se enamoró a primera vista.
Y se preguntarán, si ya tiene decido su regalo, ¿Por qué no lo compraba ya?.
La razón era simple.
Era jodidamente caro.
Y Kotaro, no tenía dinero.
Lo más fácil hubiera sido buscar un regalo igual de "genial" pero más barato. Pero no, todos conocían bien a Bokuto Kotaro, y sabían perfectamente que cuando se encaprichaba con algo no iba parar hasta conseguirlo.
Así que su club de voley no insistió en frenar a su capitán cuando este les comentó que estaba buscando un trabajo. Aunque todos sabían que eso no iba a salir bien.
La primera opción de Bokuto fue el McDonald's. Sorpresivamente lo aceptaron, pero como era de esperarse, no duró mucho gracias a que sus habilidades culinarias no eran las mejores.
Era increíble como logró un récord de 25 hamburguesas caídas al suelo en menos de tres horas.
También era increíble que haya durado en la caja menos de 30 minutos. Ya que se tomaba demasiado tiempo para sumar los precios, además de que siempre se confundía los nombres de las hamburguesas, por lo cual terminaba ordenando cualquier cosa menos lo que el cliente quería.
Y bueno, mejor ni hablar de sus métodos de limpiezas.
Después de que se le cayera la hamburguesa número 37, lo despidieron.
Su segunda opción fue un restaurante bastante elegante (al parecer no había aprendido su lección después de su experiencia con las hamburguesas), y milagrosamente, lo volvieron a aceptar. Todo gracias a que Kuroo le hizo un currículum aceptable (Kotaro quería poner que podía eructar las vocales).
Afortunadamente no participó en el área de la cocina ni tampoco de mozo, sino de lavaplatos.
Después del 6to plato roto, lo despidieron.
Ese fue el momento donde se dio cuenta que debía intentar otra cosa.
Y ahí es cuando apareció su tercera opción: paseador de perros.
Era un trabajo bastante simple, Kuroo confío en que lo podría hacer bien.
Gran error.
— ¿Te volvieron a despedir? —. Preguntó su amigo, Kuroo. Kotaro asintió.
— Ya no me sorprende —. Suspiró —. ¿Y cómo te hiciste eso? —. Preguntó extrañado mirando la venda que tenía en su brazo izquierdo.
— Oh — Dejó de comer sus palomitas y Kuroo pudo ver como puso su expresión sombría — un perro Salchicha me atacó.