Fue un momento, me desperté en el hospital, estuve inconsciente durante dos meses. A mi lado estaba mi madre llorando. Me lo contó todo, tuve un accidente y por lo visto Lucas sólo se había roto un brazo, y los del otro coche murieron ahí mismo. Me costó asimilar todo lo que había pasado.
A la semana ya estaba en casa, mandé un mensaje a Lucas, no me respondió en todo el día y por la noche me dijo que quiere verme.
Esa misma noche quedamos, se había cortado el pelo, antes lo tenía largo, había cambiado.
Estábamos en un bar y me empecé a encontrar mal, me fui al baño y me miré en el espejo, mis ojos azules, ya no tenían el mismo tono, ahora eran grises muy claros, parecían blancos, no me lo podía creer. Volví a la barra, a su lado y le dije que me quería ir a casa. Salimos y sentí un dolor agudo en la cabeza, me paré y empezaron a pasarse imágenes por mi mente, era mi mejor amiga, Noelia. Y Lucas. Estaban juntos.
Después, dejó de dolerme la cabeza, entonces eché a llorar desconsoladamente, él me preguntaba que me había pasado y yo le decía que nada. Cuando me calmé, en el resto de la noche no volvió a sacar el tema.
Cuando volví a casa, mi padre me estaba esperando. Los dolores volvieron, y volví a ver imágenes, era mi padre en el médico.
Al rato, mi madre entro en el salón y me dijeron que tienen que hablar conmigo, me contaron que mi padre tiene cáncer de pulmón, me derrumbé y me eché a llorar nuevamente.
A los dos días, mi hermana volvió de un campamento, se llamaba Carla, tenía quince años y compartíamos cuarto. La saludé y al instante los dolores de los días anteriores se repitieron. Imágenes y más imágenes. Ví a Carla, estaba confesando a su amiga que está embarazada.
Aterrorizada la pregunté si está embarazada, afirmó. No lo podía creer, veía todo lo que preocupaba a la gente.
Cada vez que veía alguien cercano a mi esos ataques se repetían. Recordé el primer ataque. No podía ser verdad, Lucas y Noelia. Me engañaban.
Esa misma tarde, fui a casa de Lucas y le dejé una carta porque él no estaba. Me marché sola al lugar donde nos besamos por primera vez, eché a llorar, eran las doce de la noche. Todo iba mal, todo me daba igual, me tiré porque creía que nada merecía la pena