Y aquí estoy ahora, mirando todo desde arriba, viendo como mi padre lucha por su vida, viendo a mi hermana cuidar a su hijo, viendo a Noelia como sufre y se arrepiente de haberme mentido.
Y sobre todo viendo a Lucas. En el cementerio, llorando al lado de mi tumba. Sé que se siente culpable, pero yo no puedo hacer nada al respecto, sólo espero que algún día sea feliz y encuentre a alguien que le importe tanto como él me importó a mi.
Por fin soy capaz de entender por qué veía las preocupaciones de los demás, porque estaba medio muerta, el día del accidente murió una parte de mi y era cuestión de tiempo a que la otra parte también muera.
Y la vida es así, cuando no eres consciente de lo que pasa a tu alrededor eres feliz, por eso los ignorantes son felices. En cambio cuando te das cuenta de algunas cosas vives preocupado por ellas y realmente sufres. La verdad es que no sé si es peor engañarse a sí misma o preocuparse por cosas que tienen arreglo aunque cueste arreglarlas. Yo era demasiado débil para poder aguantarlo, supongo que porque durante mucho tiempo fui una ignorante y no fui capaz de asumir tanto mal a la vez.
Sé que ahora es mi momento de ser feliz, una vez que he contado mi propia historia, la historia de Marta Hernandez, una chica que por convertirse en ignorante y pasota pagó con su vida.