Primera carta: Buck's Row

53 1 2
                                    

En algún lugar de Whitechapel, Londres; viernes, 31 de agosto de 1888, 3:02 a.m.:

Era una noche de bruma y hacía frío para ser agosto. A esas horas todos dormían, hasta la mismísima reina Victoria dormía. Bueno, todos, menos las prostitutas. Ellas se ganan el pan a estas horas tan intempestivas con los borrachos que vuelven a casa y con los hombres que no duermen a esas horas, precisamente para ir a encontrarse con ellas. Y esta noche, una de ellas va a morir. Y no, no soy un adivino, ya lo entenderéis más adelante.

Antes de salir de casa, tenía la chimenea encendida, los niños estaban durmiendo y mi mujer también, por lo que decidí escribir esto para dejar constancia de lo que fuera a pasar esta noche. No era muy dado a la pluma, pero una música en mi cabeza me dijo que lo hiciera, y aquí estoy, contándoos esto.

Esa noche hacía viento, lo que, para ser Londres, es bastante habitual. En mi habitual paseo por el East End no me olvidé de visitar algún pub, pero no bebí lo suficiente como para acabar borracho, tenía que estar concentrado para lo que habría de hacer más tarde. Concentrado y con pulso firme. Oh, todavía me acuerdo de la señora Tabram, aquello fue casi especial, 39 veces, quizá me sobrepasé un poco, pero lo recuerdo con nostalgia... Me acordé de ella justo al pasar por George Yard.

Después de ese pequeño receso, seguí mi camino. Whitechapel podía ser exageradamente frío por la noche. Por las calles no faltaban los vagabundos, en cada calle había al menos uno o dos. Uno intentó pedirme unos chelines, pero no llevaba dinero encima y tenía prisa. Aproveché que me quedaba de paso y paré un momento por la carnicería en la que trabajaba, por la mañana me había dejado unas cosas allí, y ya que tenía la llave fui a recuperarlas. El lugar estaba oscuro, cualquiera no se habría atrevido a entrar allí, pero he pasado por cosas peores, por Dios.

Salí de allí con mis "cosas" y seguí mi paseo. Mi mujer estaba al tanto de mis salidas nocturnas, un día le dije que a veces me tenían haciendo horas extras y que por eso llegaba tan tarde a casa, lo sorprendente es que se lo creyera... Pasé por la iglesia de Whitechapel, el reloj marcaba las 3:34. Allí estaba la afamada Danny "la mole", como la conocían por allí, sus compañeras de trabajo la llamaban así por un motivo, era, digamos, voluminosa. Llevaba el vestido rasgado, y no se bañaba muy a menudo. Y odiaba a los gatos. Algún día os contaré lo del perfume francés de valeriana...

—¿Quieres pasar una buena noche, hermoso? Te veo con algo de frío, ven que te caliento... —dijo ella, acompañando sus palabras con un gesto de "acércate".

—Lo siento, pero llevo prisa, en otro momento.

—Bueno, tú te lo pierdes, mozo —y con la misma siguió esperando a su siguiente cita, que no llegaría muy pronto...

Yo proseguí mi camino y me adentré en Buck's Row. Esa calle era tan oscura que era el lugar preferido por las meretrices para llevar a cabo sus "trabajos". Solo había dos farolas en dicha calle, una al principio y otra al final, el resto de la calle estaba sumido en la negrura. Era el lugar perfecto. Me acerqué a una señorita que estaba de pie cerca de una puerta verde, conseguí verla cuando mis ojos se acostumbraron.

—Buenas, señorita.

—Hola, guapo, ¿en qué puedo ayudarte? —dijo mientras se acercaba y me ponía las manos en la corbata con la intención de desabrocharla.

Fue entonces cuando saqué lo que había recogido en la carnicería. Al principio os dije que esa noche moriría alguien. Lo sé porque la maté yo. Me llaman Jack, supongo que a estas alturas ya sabréis quién soy. Andad con cuidado, la próxima víctima podrías ser tú, ávido lector, cuida tus espaldas, puede que ahora mismo esté detrás de ti...

Las cartas de JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora