Llevaba las ropas andrajosas y tenía días sin comer, las costillas se le marcaban notablemente, cualquiera podría notar las marcas y rasguños que figuraban por debajo de las mangas de su camisa que alguna vez fue blanca, pero que estaba manchada de manera exagerada, era como si el niño se hubiese revolcado en un charco de tinta. Las manchas eran largas y había una en particular cuyo nacimiento comenzaba en el primer botón del cuello, y terminaba en la cumbre de su hombro derecho. Ya había perdido toda esperanza de salir de esa casa. Se quedó recostado en un costado de una vieja lavadora.
*****
- ¡Por favor! ¡Déjame salir! –gritaba aterrado mientras detrás de él, un niño de piel blanquísima que había aparecido de la nada se retorcía mórbidamente. Sus extremidades se desencajaban y retorcían como si alguna fuerza invisible pensase que el niño era un muñeco de trapo. El sonido de los huesos al quebrarse lo atormentaba y era tan continuo que incluso parecía como si estuviese un grupo de personas tocando castañuelas. Había tratado de abrir la puerta de mil maneras, embistió sus puños contra la madera, con lo que solo ganó raspones en sus nudillos. La pateó, la embistió con la espalda. Incluso en un intento desesperado y rozando con la locura, mordió con todas sus fuerzas la manija de la puerta. Lo había hecho con tal fuerza que se terminó reventando 2 dientes, del cual uno de ellos quedó accidentalmente incrustado en la parte interior de las encías, haciéndolo chillar y retorcerse en el suelo, gritaba y presionaba sus manos fuertemente contra su boca, en un intento forzoso por parar el punzante dolor y el sangrado que ya había hecho de su boca un tumulto viscoso y sanguinolento. Para cuando el niño había decidido girar su cabeza, descubrió al niño con la piel pálida en una posición imposible, se le veía como el tobillo izquierdo rozaba su nariz mientras reposaba en su hombro derecho. El niño se echó a llorar, sin distinguir si lloraba por el dolor o por el miedo, aunque podrían haber sido ambos. Despertó sobresaltado en un lugar oscuro, lleno de cajas vacías…
ESTÁS LEYENDO
La Casa Al Final De La Calle
HorrorJonás, un niño de 11 años se encuentra encerrado en una casa abandonada al final de la calle del vecindario. Muchos rumores hay de esa casa, y todos son muy oscuros. Algunos dicen que está maldita. Otros, que dicen saber la verdadera historia, cuent...