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ɪᴠ.
𝙍𝙀𝘾𝙐𝙀𝙍𝘿𝘼.
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D
ESPUES DE DEJARME CAER EN EL PEQUEÑO RINCÓN DE VALENTIA,todo se volvió borroso. No me había desmayado por la falta de sangre, eso había sido prevenido por la sudadera de Annie que funcionaba como vendaje improvisado, pero aún así no recordaba la mitad de los sucesos que sucedieron después, quizás porque Annie no me dejó moverme de vuelta, o porque había empezado a hiperventilar al ver el cuerpo de Eren Jaeger emergir de un Titán.
Siendo realmente lo poco que recuerdo claramente. Marcándose en mi aquella mirada verdosa completamente muerta, vacía, la cara desparramada entre el lodo con sangre escurriendo y moretones en toda la piel. El resto del cuerpo no lo recordaba, más que los llantos de Mikasa llenos de una agria lluvia negra impregnados con despecho en cada lágrima. Pero todo estaba borroso, porque Eren nunca tuvo el cabello rojizo amarrado en dos peculiares coletas, ni Mikasa tenía el mismo sonido de mis llantos.
– Levantale la camisa. —Escuche mucho después. Mientras aquel pensamiento se disipava de apoco.
– No estamos para tus fetiches extraños, Annie. —Para ese entonces ya no recordaba la mitad.
– La herida, Reiner. —Mi mente me trajo a el nuevo panorama. Con varios reclutas esparcidos en unas mesas— Berthold trae algo para bajarle la fiebre.
Para cuando me encontré con las miradas confusas de mis amigos ya no recordaba que era lo que abrumaba mi mente. Solo me limité sonreír al ver los azulados ojos de Annie.
– Volviste por mi. —Chille como una adolescente— Creí que me habías dejado ahí, ¿Dónde estamos? ¿Qué fue aquella explosión, la muralla...?
– La muralla cayó. —Me afirmo Reiner mientras tocaba mi frente— Ha bajado... la fiebre le ha bajado. —Murmuro.
– ¿Recuerdas algo más? —Negué y ella pareció aliviarse— Te explicaré todo después, no te has perdido de mucho solo de que Eren Jaeger es un tipo de Titán, taparemos la muralla. No te muevas de aquí por nada del mundo, ¿Entendido?
Asenti, tratando de entender lo que me había dicho. Siempre hablaba directamente y me era difícil entender todo de golpe, no reclame cuando todos se fueron llendo, el cansancio me abrumaba tanto como el que mi respiración estaba dejando de funcionar. Tenia miedo, de cerrar los ojos no porque algún Titán me atacara en un momento vulnerable sino porque que cuando dormía había demonios que al despertara olvidada.
Y a pesar de que para ser feliz no necesitas recuerdos dolorosos, yo quería recordar que atormentaba mi mente cuando dormía.
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