La mansión de los secretos [PAUSADA]

3. El caballero de la noche

"Mas adentro de uno mismo, nadie sabe que es lo que podemos encontrar."

Una vez en frente, la casa le resultaba familiar, pero no podia recordar de donde.

-Seguramente debe estar cerrada.- Pensaba ella, pues seria bastante extraño que una casa así no estuviera asegurada.

Pero estaba abierto.

-Alguien abrió para mi.- Pensó ella y se sorprendió preguntándose porque había pensado algo así ya que no tenia ningún sentido, pero nada de lo que le pasaba tena sentido alguno así que a estas alturas ya no le importaba. Por ejemplo en circunstancias normales no habría entrado a una casa abandonada con un chico al que acababa de conocer. Pero, Damián le producía confianza y se sentía segura, como si lo conociera desde antes. Tanto que se aventaría a hacer mil locuras con el sin pensarlo.

Entraron y miraron a su alrededor, todo estaba lleno de polvo y telarañas, mientras avanzaban vieron, los cuadros, las fotografías cubiertas de polvo que ya ni podían distinguirse y los muebles que parecían antiguos, entre otras cosas, pero no vieron la puerta que se abría en silencio al fondo del pasillo a la derecha, ni la débil luz que provenía del interior de aquella habitación, ni al hombre elegante y serio que los observaba desde adentro.

A medida que avanzaban el ambiente se tornaba cada vez mas sombrío y pesado, comenzaba a resultar incomodo para ella y de igual forma para Damián, quien instintivamente la había tomado de la mano, y su sonrisa y alegre emoción inicial habían desaparecido, siendo reemplazadas por una expresión de alerta. Había algo que los acechaba, los amenazaba, y el lo sabia. Ella no sabía pero en ese preciso momento el se estaba arrepintiendo de haberla llevado ahí, pero a la vez sabia que era necesario.

Llegaron a una habitación amplia con grandes ventanales que daban a un pequeño jardín trasero. Parecía ser la sala y contaba con varios sillones elegantes, definitivamente no eran de esta época pero si que eran hermosos, había mas fotografías sobre una cajonera enorme y una chimenea que obviamente no servía.
Soltó la mano de Damian y tomó una foto, que aunque no se veía nada la llamaba de alguna forma, le quitó el polvo y aparecieron dos chicas gemelas, le resultaban familiares pero no sabía de donde, y fue tanta su intriga que su mente se perdió en el pensamiento de quienes fueron en vida. Talvez mujeres distinguidas de la alta sociedad, o dos chicas ricas que lo tenían todo, o talvez ocultaban algo más...

Entonces algo, un sonido los sobresaltó a ambos, provenia del piso de arriba, sonaba como pasos, seguidos del sonido de algo que es arrastrado.

-La casa no estaba deshabitada?- Preguntó ella a modo de un susurro exaltado.

- Lo está.- Respondió Damián.

Entonces se escuchó un grito, y a continuación una risa aguda y maniatica... un golpe y algo más.

Antes de darse cuenta, Chloe ya estaba corriendo, tomando con fuerza la mano de Damian en direccion a la puerta por donde habian entrado.
Lo que sea que hubieran escuchado ninguno de los dos estaba preparado ni dispuesto a enfrentarlo.
Salieron de la casa y saltaron la reja con mayor facilidad que al principio, no pararon de correr ni se soltaron hasta estar a una distancia segura, desde donde la mansión se perdia en la lejania. Pero justo al momento de detenerse y recuperar el aliento ella se percató de algo. La foto estaba en su mano.

Ambos se miraron, ya sea por el miedo o porque asimilaban lo que acababa de pasar. Ella temblaba, pero a la vez le pareció interesante, la asustó y le daba en que pensar ahora. Tantas cosas que venían a su mente solo para evadir la explicación obvia de lo que escuchó.

-Algo horrible pasó ahí.- Pensó ella, mientras no le quitaba la vista a Damián.

El se acercó un poco, quedando a una distancia en la que fácilmente podría darle un beso y ella no se movió.
Entonces el comenzó a reir, se atacó de risa pero su angustia era notoria. Tenía miedo, mucho miedo y se sentía culpable por algo que sólo el entendía.
Ella también empezó a reir, una risa llena de nervios que la hacía liberar la tensión. Se lanzó a los brazos de Damián como si sintiera que el podía protegerla, y el la envolvió con los suyos haciendola sentir segura.