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Cogí mi móvil y lo guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón. Iba a abrir la puerta de mi habitación cuando justo abrieron, encontrándome con Emilio y en su mano un coche de juguete.


- ¿Venís a jugar conmigo?- hizo un pucherito. Sonreí al ver la ternura en él

- Me voy a ir con tu hermano, quedamos con unos amigos- me agaché a su altura

- Solo un ratito por fi, hasta que esté listo Teo- suplicó poniendo ojitos, derritiendo mi cuerpo por la ternura que provocaba

- Venga dale, voy a ver cómo anda tu hermano y bajo- me incorporé. El niño sonrió ilusionado y bajó corriendo hacia el salón


Largué una pequeña carcajada y me dirigí a ver si estaba listo Mateo. Abrí su puerta sin llamar antes, encontrándome con él en pantalones y despeinado. Me apoyé en el marco de la puerta y tosí falsamente para llamar su atención. Se giró asustado y cuando me vio se relajó y me sonrió.


- Por lo que veo no estás listo aún- señalé sus pantalones que era la única prenda que tenía puesta

- Me estaba preparando con calma, sin prisas- se acercó a su placard y sacó una remera negra de Adidas

- Quedamos con Camilo y con Paz dentro de quince minutos y todavía no estás listo- largué una carcajada

- Sin prisas, Camilo llegará tarde como siempre- largó una carcajada contagiándome a mí mientras se ponía la remera

- Te dejo que te prepares tranquilo, voy a jugar un rato con Emi en lo que venís- asintió y me marché de ahí cerrando su puerta para que tenga intimidad


Bajé las escaleras y fui al salón donde estaba Emilio entretenido viendo dibujos animados en la tele. Largué una pequeña risa tierna cuando vi que estaba moviendo el coche sin ningún sentido por el aire mientras veía la tele atentamente. Me acerqué a él y no se inmutó cuando me senté a su lado, seguía viendo entretenido los dibujos animados.


- Emilio- llamé la atención al pequeño, que este se giró a verme- ¿No íbamos a jugar juntos?- cuestioné

- Es que hay un problema- se rascó la nuca nervioso- Encendí la tele hasta que bajaras, y justo estaban dando los dibujos que me gustan y no me los quiero perder- explicó

- No hay problema Emilio, podemos jugar otro día, encima vivimos en el mismo techo así que no hay drama- sonreí. El niño asintió con una sonrisa y puso su atención de nuevo en los dibujos animados


Miré a Emilio atentamente, sus rasgos eran muy parecidos a los de Mateo, hasta los gestos que hacía al ver la tele eran idénticos, fruncía el ceño un poco y arrugaba la nariz un poco, casi ni se notaba.

Me sobresalté en mi sitio al sentir una mano en mi hombro, me giré y vi a Mateo preparado ya. Me levanté y me acerqué a él para dejarle un pico en sus labios.


- ¿Vamos?- asentí y Mateo se acercó a Emilio- Dile a papá que nos vamos- el niño asintió sin mirarle causando un bufido de Mateo- ¿Me escuchaste Emilio?

- Que sí, pesado, luego le digo- se giró a ver a Mateo. Mateo asintió y se acercó a mí para salir de su casa e ir a la plaza donde habíamos quedado con la pareja

- Este niño- murmuró frustrado, yo largué una carcajada

- Déjale al pobrecillo, está viendo los dibujos que tanto le gustan- dije un argumento para defender a Emilio

- Encima le defiendes- se quejó como un niño pequeño cruzándose de brazos

- Sos como un bebé Mateo, peor que él- le miré graciosa, él puso los ojos en blanco para sonreír

- Da igual, le querés más a él que a mí- puse los ojos en blanco al ver lo infantil que podía llegar a ser

- Eso te lo acabas de inventar, yo no dije nada de eso- me hundí de hombros- Vos sos mi bebé, al que más quiero en esta vida- me paré y le cogí de las mejillas haciendo que ponga morros de pato. Sonrió y me cogió de la cintura para plantarme un beso con ganas

- Sos mas tierna- fue él ahora el que me cogió de las mejillas poniendo morros de patos. Noté mis mejillas arder un poco y Mateo al ver mi reacción sonrió satisfecho


Me soltó y me agarró de la mano para empezar a caminar de nuevo hacia donde estaban nuestros amigos. Hablamos de cosas triviales hasta que vimos a nuestros amigos de lejos. Nos acercamos hasta ellos y cuando estábamos allí ya les saludamos.


- Parejita, cómo andáis- habló Mateo mientras nos dirigíamos a unos bancos

- Ahí andamos Rayito- largamos los tres una carcajada al ver como ponía los ojos en blanco Mateo

- Lo que hay que aguantar- murmuró Mateo sentándose en el banco. Camilo se sentó a su lado y yo me senté al lado de Paz

- Tengo que contarte algo- susurró Paz y la miré expectante

- Cuéntame- miré a los chicos que seguían hablando tranquilamente sin prestarnos atención, al ver que estaban en lo suyo miré a Paz

- Me invitó Camilo a salir el próximo sábado que viene- dijo en un tono bajo pero con bastante ilusión. Yo sonreí feliz, Paz se merecía lo mejor del mundo, aunque solo fuera una cita, pero algo es algo

- Me alegro un montón por vos, ¿Por algo se empieza, no?- di unas palmaditas amistosas en su muslo

- Efectivamente, poco a poco, pero esto para mí ya es un gran paso- sonrió feliz contagiándome a mí. Si ella estaba feliz yo también


Terminando esta charla nos unimos a la conversación que mantenían los morochos que no paraban de reírse. La tarde pasó entre risas, como en los principios donde salíamos los cuatro, y con Mateo, ya que estaba todo hablado. Estos eran los momentos donde me gustaría que fueran infinitos, que las risas no faltaran en ningún momento olvidándote de todo lo que te rodea, de todo lo malo. Cómo hicieron conmigo, me sacaron sonrisas a pesar de estar rota por adentro.





















El próximo capítulo es el final de esta novela, ahora me voy yendo de aquí lentamente.

Cicatrices (Trueno) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora