CAPÍTULO II LA DEFENSA

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         En perfecta formación , al ritmo marcado por los tambores , las bayonetas caladas en sus mosquetes y con gritos al unísono en francés de Viva el Emperador , el regimiento francés avanza .

        - Tranquilos . Que nadie dispare . Dejad que se acerquen .

        Transmiten la orden los sargentos , entre  ellos Jesús , de la exigua tropa que defiende el reducto . Antes de colocarse en posición , se mueve  por detrás de las dos líneas que su pelotón ha formado .
         La primera línea , con hombres pegados al parapeto y con sus mosquetes apuntando al regimiento francés . La otra línea , dos metros detrás , rodilla en tierra , esperando con los mosquetes cargados y los cañones apuntando al cielo de la mañana .
         Los artilleros franceses mueven los cañones y disparan .

        - ¡ Agachaos ! - grita el sargento cuando ve acercarse las bolas esféricas de hierro .

        Dos de ellas se estrellan contra el parapeto levantando una columna de polvo . Otra se eleva al cielo por encima de las cabezas de los soldados españoles y termina su trayectoria en el río .
         El sable del capitán Lasalla brilla con fulgor , cuando el sol incide en el . Lo mantiene en alto , mientras observa avanzar a la columna de uniformes azules  franceses , en apariencia imperturbable como dicta las ordenanzas militares y también por orgullo de clase social .
        Y es que la nobleza obliga no solo a ser superior , sino a demostrarlo en el campo de batalla .
         A unos setenta metros , la columna francesa se para y la primera línea pone rodilla en tierra y la segunda línea  se queda de pie . Ambas líneas alzan los mosquetes , y apuntan hacia el parapeto .

         - ¡ Agachaos que graniza ! - ordena Jesús .

         La misma orden se da en la línea y todos los soldados españoles se agachan . Pronto se oye  el estruendo de la descarga de los mosquetes franceses , seguido por un centenar de balas de mosquete impactando en el muro del reducto o pasando por encima de él , silbando  en el aire .

         - ¡ La madre que los parió ! ¡ Gabachos del demonio !

          Quién exclama es Don Raúl , un molinero de la misma edad que Jesús, y que sirve en su pelotón , llevando el uniforme de voluntarios del Batallón .
         Jesús se vuelve y le ve como agarra el bicornio con la mano y mete un dedo en el agujero provocado por una bala de mosquete .

          - Querían hacerte la raya en el pelo y no se han enterado de que ya no usas peine - le dice jocosamente su sobrino Luis .

         - Si salimos de está niño , te vas a enterar de lo que vale un peine - le responde Don Raúl .

         - Se acercan . Preparados - ordena el capitán .

          El sargento Jesús toma su puesto en la fila y apunta el mosquete de anima lisa contra los franceses . Estos siguen con su  avance , atravesando el humo , producido por su descarga de mosquete .
         A cincuenta metros los franceses vuelven a pararse , gritar su ¡ Viva el Emperador !  y sus dos primeras filas a  ponerse en posición de disparo .

         - ¡ Fuego ! - ordena a voz en grito el capitán Lasalla a la vez que baja su sable de infantería y apunta con el al enemigo .

         El sargento Jesús que ya está acariciando el gatillo de su mosquete lo lleva con el dedo hacia atrás . La llave de chispa golpea al percutor provocando una pequeña detonación cerca de su rostro , con chispa y humareda incluida . A su vez , la bala esférica sale del interior del cañón del mosquete , seguida por otra chispa y otra humareda . Ambas chispas y humaredas son producto de la pólvora al quemarse .
         La fuerza del retroceso que causa el disparo del mosquete provoca que la culata golpee su hombro .
         Con el humo , no puede distinguir si  ha abatido a algún francés . De echo , el interior del  cañón al ser liso , provoca que los mosquetes sean menos certeros .
Hasta el punto que es necesario que el enemigo esté muy cerca ,  para que un mosquete  sea efectivo y letal , e incluso se necesitan varios mosquetes para detener o causar verdadero daño a una columna enemiga .
         La mayoría de las balas esféricas se perderán yendo muy alto o caerán  al suelo y las balas que llegan no siempre matan ,  causando heridas leves o superficiales . < Aunque los matasanos causan más muertos que el enemigo > piensa Jesús .
         Nada más disparar , retrocede entre la humareda que se ha formado con la descarga de los mosquetes . La segunda línea se levanta agachada y se acerca a tomar posiciones en el parapeto . Mientras los franceses descargan sus mosquetes .
        Entre el humo , la segunda línea que protege el humo dispara sus mosquetes . Mientras Jesús al igual que la mitad de su pelotón recarga el mosquete con rapidez .
        Cuando la segunda línea retrocede , Jesús se acerca al muro  agachado , apoya el mosquete y  baja el cañón . El viento levanta algo la humareda y ve como los franceses avanzan . La única diferencia es que el orden ya no es el mismo , señal de que se han causado bajas , aunque el número de cuerpos de pie , tapen los cuerpos caídos .
        Apunta de nuevo y dispara el mosquete . De nuevo el humo provocado por el disparo le ciega , los ojos le empiezan a escocer y la sal de la pólvora le hace tener sed . Nada más terminar de disparar retrocede para que otro soldado ocupe su puesto .
        El dispositivo de tener a la mitad de la guarnición disparando mientras la otra mitad recarga , permite que se haga un fuego continuo sobre la columna enemiga .
         Al retirarse y volver a cargar  el mosquete , nota que le pitan los oídos por los estampidos de las continuas descargas . Ve a sus compañeros y subordinados con el rostro y sus largas patillas cubiertos de restos de pólvora impregnada . < Dentro de poco vamos a parecer que somos negros del África , más  que españoles > piensa con un humor macabro a la vez que resignado .
          Uno de los soldados cae y pronto se acercan los dos críos que tocan el tambor del batallón para socorrer al caído , llevandole arrastras hacia atrás .
         Otra descarga y de nuevo mientras la línea retrocede , el sargento Jesús toma el relevo , avanzando entre el humo , para volver a disparar su mosquete .

     LA BATALLA -  escrito por Jesús Quintela .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora