U N O.
Destiny Rosell Pov.
Me despierto cuando siento que alguien entra a la habitación. Es Brenda, una de las asistentes que han puesto para mí. Veo como se mueve con agilidad, con sus dedos delgados y su figura frágil. Es simpática, aunque de todos modos no hable.
–Hola, Brenda. –digo, incorporándome en los codos, para luego sentarme con la espalda apoyada en los almohadones.
Ella me da una mirada fugaz, y asiente con la cabeza, para seguir haciendo lo que sea que esté haciendo.
–¿Hoy día conoceré a mis compañeros, no es así? –pregunto, levantándome de la cama para dirigirme al baño. Brenda me extiende una bolsa de tela, con ropa dentro, pero no responde a mi pregunta–. ¿Brenda? ¿Podrías responderme?
Ella me mira con impaciencia, y pone sus manos en jarras. Sus ojos amarillos se taladran en mí, y su ceño fruncido hace que me recuerde no volver a molestarla.
–Primero te bañas. Luego desayunas. Recién ahí podemos hablar. –dice, con voz metódica, como si fuera un robot. Asiento con la cabeza y me volteo, introduciéndome en el enorme baño.
La ducha está programada para encenderse todos los días a las 8.15, y para apagarse a las 8.20. Cuando pregunté por qué era así, me dijeron que no pretenden desperdiciar agua en cosas innecesarias, que luego no querrían que les faltase.
Termino de sacarme el pijama de seda justo en el momento en que el agua comienza a caer. Cae de un panel lleno de pequeños agujeros instalado en el techo, que está rodeado y protegido por las paredes de vidrio de la ducha. Me meto bajo la delicada lluvia artificial, me enjabono el cuerpo y vierto champú y bálsamo en mi cabello. Luego, con el restringido tiempo que me dan, veo en un reloj que está en la pared de la ducha, que es el que hace el conteo cuanto tiempo he estado, que me quedan dos minutos. Rápidamente saco el bálsamo de mi cabello, y me quedo disfrutando un instante del caer del agua, de las gotas estrellándose contra mis hombros, para luego escurrirse por cada parte de mi cuerpo. Salgo de la ducha luego de que el agua termina de caer.
Las cuatro paredes el baño están cubiertas por un espejo, desde el piso hasta el techo. Por lo que, me quedo viendo a las infinitas Destiny’s reflejadas en ellos. Cuando me veo allí, en miles de reflejos, me siento como si no fuera más que uno de ellos, un reflejo de alguien que no soy.
Brenda da tres golpes en la puerta, señal de que tengo que vestirme para poder desayunar pronto. Me paro sobre un ventilador instalado en el piso que se enciende con el movimiento, por lo que, cuando doy un paso sobre él, enseguida siento el fresco viento secar el agua de mi cuerpo. Pero, cómo nunca logra secarme del todo, termino de secarme con una toalla blanca y suave. Tomo la bolsa de tela que me ha pasado Brenda del piso, y la abro para ver su contenido. En ella hay unas calzas negras con una línea plateada en los costados; una polera blanca simple; una chaqueta azul marino corta vientos; y ropa interior. Me visto rápidamente, y luego de secar mi cabello con ayuda de la toalla, y de otro ventilador instalado en la pared, me lo amarro en una cola de caballo, y salgo.
Veo a Brenda terminar de hacer mi cama, y al notar que he salido, camina hasta un estante y saca una caja metálica de él, para luego tendérmela. La miro extrañada, pero termino abriendo la caja, que tiene un par de botas caña alta, y un collar con un medallón colgando de él. Brenda me hace un gesto para que me ponga las botas; me las pongo sintiendo su olor a nuevo, y luego, meto el collar por sobre mi cabeza, dejándolo contra mi pecho. Leo lo que dice el medallón: Destiny Rossell, pelotón Shadow’s.
–Vamos. –dice Brenda, abriendo la puerta de la habitación, invitándome a salir–. Hoy comerás en el comedor con tus compañeros.
–Bien.
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Eye
General FictionDestiny; la chica de los profundos ojos verdes. Sam; el de los ojos azul agua, tan cálidos cómo su mirada. Gabe; el de los ojos cafés, intimidantes y protectores.