El mundo se entera

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La noticia de la derrota y captura de Monkey D. Luffy recorrió el mundo en un santiamén, provocando reacciones que, a pesar de conocer previamente el vínculo con Dragón, el gobierno no pudo prever de ningún modo posible.

Vivi en Arabasta estaba disfrutando de un paseo en el palacio en compañía de Kohza, discutían sobre asuntos del bienestar del país cuando Carue llegó corriendo con Igaram tras él intentando en vano detenerlo. El pato llevaba en su pico el periódico y aunque Igaram no tenía pensado ocultarle realmente la noticia a la princesa (sabía que nunca se lo perdonaría), esperaba al menos poder prepararse mentalmente para aquello. Pell, Chaka y el rey Cobra hacían una carrera desesperada tras él.

—¿Qué pasa, Carue? —preguntó Vivi divertida y extrañada. Kohza alzó una ceja ante la situación, no era extraño que el rey, Igaram, Pell y Chaka corrieran como mamás gallinas tras la princesa pero había algo en su expresión que estaba lejos de la comedia— ¿El periódico? —Su rostro se iluminó— ¿No me digas que Luffy-san hizo algo más para molestar al gobierno?

—Vivi-sama... —gimió Igaram con pesar, cayendo de rodillas al suelo—. Tiene que ser fuerte...

La sonrisa de Vivi se perdió lentamente, miró el rostro en blanco de su padre y los preocupados de sus guardias y cogió el periódico con manos temblorosas. Kohza solo tuvo que leer el titular para saber que los acontecimientos que sucederían tras eso serían catastróficos.

El grito de Vivi se perdió en palacio.

Algo que no ocurrió con el grito de Makino en Villa Foosha. Era una de las personas que más temprano se levantaba, un hábito que tenía desde niña, así que fue la primera que leyó la noticia. Cuando todo el que la oyó acudió en tropel, se toparon a la joven llorado en el piso de madera sobre el cual se había derrumbado, su rostro escondido entre sus manos.

El alcalde solo tuvo que mirar alrededor para encontrar el periódico, su expresión sombría. En cuanto comprendió lo sucedido cerró los puños sobre el papel y lanzó una maldición. ¡Sabía que eso pasaría! ¡Garp jamás debió dejar que Luffy (o Ace) se hiciese pirata!

Todos los aldeanos quedaron consternados en cuanto la noticia se esparció. ¡Luffy había sido capturado! No sabían mucho sobre lo castigos a los que eran sometidos los piratas, pero si tenían clara una cosa: la destrucción de Enies Lobby le había asegurado al pequeñín que vieron crecer un destino miserable y doloroso. Los más sentimentales lloraron junto a Makino. Puede que sonase estúpido pero nunca habían dudado de las buenas intenciones y la moral del niño, sin importar que él se llamase pirata, ellos habían comprendido que su definición de esa palabra era libertad y no lo que normalmente se asociaba a los criminales del mar.

—Cuando Dadan se entere... —murmuró el alcalde, y no pudo evitar que su voz se quebrara un poco. Lo peor de todo era que ser juzgado como pirata en realidad sería una bendición para Luffy, porque tenía la sensación de que la destrucción de Enies Lobby a pesar del insulto que constituía no era nada comparado con su línea de sangre.

Makino también lo sabía y por eso lloraba desconsoladamente.

Si el gobierno sabía (y lo más probable a esas alturas era que sí), Luffy sería ejecutado solo por haber nacido... porque ese era (a sus ojos) el peor de sus delitos.

—¡Maldición!

En villa Cocoyasi, Genzo gritó también mirando el periódico con incredulidad. Nojiko a su lado estaba pálida, las mandarinas del día habían caído con estrepito al suelo y se habían echado a perder.

—Nami... —Fue todo lo que pudo decir. Oh, ¿qué había pasado con su hermana? ¿Qué había pasado con los demás? ¿Cómo en el mundo alguien podía haber derrotado a Monkey D. Luffy? A pesar de su carácter simple, de su baja estatura y su apariencia debilucha, ella fue testigo en primera fila como todos en la villa del poder brutal que poseía.

Historia de un crimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora