Prólogo

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"¡Feliz cumpleaños mi amor!

Suerte

Te amo muchísimo"

Decía la nota que había en el ramo de flores que me trajeron hasta el camarín. Recibir ese regalo fue algo sorprendente ya que no había visto a Dante durante el día por el tema de los ensayos y eso.

Era mi cumpleaños número 20 y lo festejaba de la mejor manera, haciendo dos funciones de la obra en la que estaba trabajando. No era la primera, pero podía decir que era la que más me había gustado de todas las que había hecho.

Faltaban solo un par de minutos para salir al escenario y ya estaba lista. La euforia, la adrenalina y la ansiedad que sentía cada vez que me subía al escenario siempre eran la confirmación de que esto era lo que amaba y lo que quería hacer durante toda mi vida.

Era feliz con lo que hacía, tenía una familia hermosa que me amaba, unas amigas de oro que estaban siempre conmigo en las buenas pero sobre todo en las malas y el amor de Dante. No podía pedirle mucho más a la vida en estos momentos.

Mire por un costado del telón para ver a la gente antes de salir pero mi mirada se fijó en alguien que estaba sentado en la primera fila. Ahí estaba él encontrándose con mi mirada y me dedicaba una amplia sonrisa, sonrisa que solo él podía brindarme. Le guiñé un ojo y le devolví la sonrisa y pude leer en sus labios un "Te amo"

Una vez que terminamos la función volvimos a los camarínes para cambiarnos y juntar nuestras cosas para volver a casa. Ni bien entré al mío, unas manos rodearon mi cintura y pude sentir como pegaba su cuerpo al mío.

-Estuviste genial amor -dijo él mientras depositaba un beso en mi hombro.

-Gracias mi amor -le respondí yo dando media vuelta para quedar frente a él- Gracias por venir -dije mientras dejaba un suave beso en sus labios.

-¿Cómo no iba a venir? -preguntó él.

-No sé, como no me dijiste nada durante la semana pensé que no ibas a venir.

-Si te hubiera dicho me hubiese perdido tu cara de sorpresa cuando me viste antes de salir.

Yo solamente me reí mientras lo abrazaba.

-¿Te ayudo a juntar y nos vamos?

Yo asentí con la cabeza y ambos empezamos a acomodar y guardar todas mis cosas en mi bolso y salimos del teatro rumbo hacia su auto. Ambos nos subimos, nos pusimos el cinto, yo puse algo de música y arrancamos viaje. Todo venia perfecto hasta que empecé a notar que ese no era el camino hacia mi casa.

-¿No íbamos a mi casa? -pregunté yo algo confundida.

-¿Cuándo dije que íbamos a tu casa -respondió el en medio de una risa.

-No, en ningún momento, pero suponía que íbamos para allá.

-Suponía mal señorita.

-¿A dónde vamos? -pregunte yo.

-Sorpresa.

-Dale Dante, sabes que no me gustan las sorpresas.

-No, no es que no te gustan las sorpresas, el problema real es tu ansiedad -dijo él mientras reía y yo lo miraba fijo-. Relajate y disfruta de la música que no falta mucho.

-Puede que sea ansiosa, pero vos y tus sorpresas no ayudan en nada.

-¡¿Por qué?! -preguntó él fingiendo dolor.

Con La Miel En Los LabiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora