Al fin habíamos terminado de grabar las últimas escenas de la segunda temporada de la serie, estábamos contentos con el resultado de tantas horas y tanto trabajo. La serie poco a poco aumentaba en audiencia y ya nos estábamos preparando para una tercer temporada. Aunque lo primero que se venía ahora, eran las merecidas vacaciones que necesitábamos para recargar energías y volver con todo para la siguiente temporada.
Mi personaje, por el contrario de lo que todos creíamos, había dado un giro inesperado a lo largo de las temporadas grabadas, el público se había encariñado muchísimo y era muy aceptado, y yo estaba feliz ya que eso era lo que le daba vida al personaje, y me hacía crecer como profesional a mí. Si antes me había enamorado de él, ahora no tenía palabras para explicar lo que me generaba ponerme en la piel de ella todos los días.
Pero estaba cansada, interpretar a este personaje me consumía demasiada energía física, porque debía entrenar todos los días para poder rendir en el set como correspondía, pero sobre todo la mental ya que a veces se me hacía un poco difícil separar mi vida real con la del personaje. No estaba bueno para mi vida personal, pero poco a poco iba aprendiendo a hacerlo. Hacía más de dos años y medio que estaba en la piel de ese personaje prácticamente sin descanso. Amaba lo que hacía, pero necesitaba un descanso real, necesitaba mi cable a tierra y no había nada mejor que mi familia y mis amigos para eso. Y ahora por fin, se me daba la oportunidad de volver a casa.
Habíamos grabado las dos temporadas prácticamente juntas, y eso era increíble, porque eso demostraba el éxito de la serie, pero aun no sabía lo que eran unas buenas vacaciones, y desde hacía bastante que las necesitaba.
Por suerte, en este tiempo, mi familia pudo venir a verme en dos ocasiones, había podido verlos, abrazarlos y tenerlos cerca a pesar de la gran distancia que hoy nos separaba. Ahora me tocaba a mí hacer el viaje y estaba feliz por eso, pero había algo que no dejaba de darme vueltas por la cabeza
La sola idea de saber que existía la posibilidad de volver a ver a Dante me aterraba.
En los dos años y medio que habían pasado, nunca me hubiera imaginado ni cruzado por la mente volver a verlo, pero desde la noche de mi cumpleaños, cuando Bob me hizo esa pregunta fulminante, no dejaba de imaginar que pasaría si nos volviéramos a ver. Y hoy, que la posibilidad estaba cada vez más cerca, los recuerdos y la incertidumbre no dejaban de acecharme.
Ojala mi corazón pueda ser lo suficientemente fuerte como para poder enfrentarlo y de una vez por todas cerrar la herida que su amor me había dejado.
Mi departamento era un completo desastre, valijas, ropa, zapatos, papeles, documentos. Todo desparramado. Pero ese no era el problema ahora, el avión salía en 8 horas y yo todavía no tenía nada armado y si de complicaciones hablábamos, el timbre acababa de sonar.
—Ya voy —dije mientras acomodaba un poco a las corridas
—Dale Amparo.
—Bob —dije con una sonrisa mientras abría la puerta—. Pensé que ya te habías ido al aeropuerto.
—No, el vuelo a Toronto se retrasó un poco, pero si venía a despedirme.
—Pasa, perdón por el desorden, no te asustes.
—¿Tu vuelo no salía a las 4:00?
—Eh, si, ¿por?
—Porque todas las valijas están desparramadas, abiertas y vacías. No tenés nada preparado ¿Pasa algo?
—No, no pasa nada, solo estoy indecisa —dije tratando de convencerlo.
—Ampi, a otros podes mentirles, pero al amigo Bob no —me dijo él mientras reía pícaramente.
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Con La Miel En Los Labios
Roman d'amourElla es Amparo. Una joven argentina de 23 años que gracias a su incansable lucha, sus ganas inalterables por cumplir sus sueños, su talento y un poco de suerte, termina radicándose en Canadá por trabajo. Amparo es fuerte, determinante, imponente, s...